Estoy revisitando la teleserie Millenium que actualmente se emite en Cuatro los domingos en la madrugada (su espacio natural). Cuando era una serie actual apenas pude ver un par de los primeros episodios. Los capítulos en emisión son los de la 1ª temporada, del año 96. Fue una serie minoritaria a pesar de transcurrir en el mismo universo de ficción de la célebre Expediente X, con la que compartió incluso algún capítulo de crossover más adelante.
En Millenium hay muchos personajes pero un único protagonista, Frank Black, un hombre con el rostro marcado por el horror que colabora con las fuerzas del orden a través de una misteriosa organización que previene el oscurantismo que se avecina al final del segundo milenio de la nueva era. Estas tinieblas No las representan amenazas sobrenaturales, para ello ya hay espacio en la mencionada Expediente X, y en casi cada capítulo de la entonces recién estrenada Buffy la Cazavampiros había un pequeño Apocalipsis demoníaco. No, Frank Black se enfrenta al lado oscuro del ser humano, de la civilización moderna, al negro corazón de la América urbana.
Al compás de la estupenda melodía de Mark Snow, nos adentramos en un mundo sombrío y enfermo, que espera la noche del cometa entre tinieblas, en secuencias tan oscuras que se engarzan unas con otras a través de fundidos a blanco en lugar del tradicional negro.
Este es el Frank Black de finales del siglo XX, el hombre Pre-11 de Septiembre. En uno de los últimos episodios que he visto su mujer le dice que él le preocupa, que tiene que saber que por cada alma oscura con la que conecta hay una bondadosa, que el mundo no es un lugar tan malo.
Necesitamos ahora también al hombre tranquilo y calmado que mira al horror de frente con la cabeza fría y luego vuelve a casa a leerle un cuento a su hija pequeña en su casita de madera amarilla. Como dicen en el cómic The Monarchy, “si esta casa fuera una canción, estaría escrita por Nick Cave”. Necesitamos a Frank Black.
En Millenium hay muchos personajes pero un único protagonista, Frank Black, un hombre con el rostro marcado por el horror que colabora con las fuerzas del orden a través de una misteriosa organización que previene el oscurantismo que se avecina al final del segundo milenio de la nueva era. Estas tinieblas No las representan amenazas sobrenaturales, para ello ya hay espacio en la mencionada Expediente X, y en casi cada capítulo de la entonces recién estrenada Buffy la Cazavampiros había un pequeño Apocalipsis demoníaco. No, Frank Black se enfrenta al lado oscuro del ser humano, de la civilización moderna, al negro corazón de la América urbana.
Al compás de la estupenda melodía de Mark Snow, nos adentramos en un mundo sombrío y enfermo, que espera la noche del cometa entre tinieblas, en secuencias tan oscuras que se engarzan unas con otras a través de fundidos a blanco en lugar del tradicional negro.
Este es el Frank Black de finales del siglo XX, el hombre Pre-11 de Septiembre. En uno de los últimos episodios que he visto su mujer le dice que él le preocupa, que tiene que saber que por cada alma oscura con la que conecta hay una bondadosa, que el mundo no es un lugar tan malo.
Necesitamos ahora también al hombre tranquilo y calmado que mira al horror de frente con la cabeza fría y luego vuelve a casa a leerle un cuento a su hija pequeña en su casita de madera amarilla. Como dicen en el cómic The Monarchy, “si esta casa fuera una canción, estaría escrita por Nick Cave”. Necesitamos a Frank Black.
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