Cinèma Geneviève

La nueva versión de NOCHE DE MIEDO no está mal. Tom Holland, escritor y realizador del film original ha imaginado también esta historia, y se nota para bien al conseguir por caminos distintos el mismo tono de comedia de terror adolescente, si bien las diferencias (no desafortunadas en su mayoría) engrandecen en el recuerdo la peli de los 80, que gana en encanto y puede que también en contundencia, ya que esta moderna NOCHE DE MIEDO parece no tomarse en serio (lo cual no es mala opción) casi en ningún momento, cuando su precedente sí conseguía alternar la hilaridad contenida con la gravedad de una masacre en el vecindario. El personaje del amigo friki del protagonista es más paródico en esta ocasión aunque se trate de dotarle de cierta entidad, intención que se diluye del todo en la secuencia de su muerte, artificiosa, cómica y gore como una versión algo infantil de un film de Sam Raimi, mientras que resultaba mucho más directa e incluso dramática en la primera versión. Con todo, la pel

Se intuye que EL ÁRBOL DE LA VIDA debería tener una duración de tres ó cuatro horas, para ser redonda del todo. A veces abrupta y tosca, como una videocreación, como una mente hiperactiva que quiere contar demasiadas cosas y no sabe muy bien como ordenarlas, esta irregular obra distinta, por momentos maravillosa y verdadera, que llega profundamente a la emoción, que recurre a la simbología onírica: puertas que se cruzan, ascensores hacia lo elevado, el mar, puentes que unen el más acá con el más allá y mundos lejanos sobrecogedores, merece muchos análisis y conversaciones a la salida de la sala. Primero el final, totalmente felliniano de 8 y medio (que inventó un género en sí mismo, la autobiografía onírica del artista), que te saca de la historia, aunque te la cierra con cierto sentido, y mezcla a los vivos con los muertos, como en el baile jocoso alrededor de la pista de lanzamiento de ese cohete que nunca se ve en la película maravillosa de Fellini. ( Y pienso en el final de Gattac