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Mostrando entradas de abril 1, 2007

IZO, de Takashi Miike

Esta película que vi de rebote me dejó tarumba, pero no aparté la vista de la pantalla ni una sola vez. Aviso, no es sólo un film de samuráis locos, es la historia de los traumas del Japón en el siglo XX. Un samurai crucificado en el siglo XIX regresa de entre los muertos a diferentes épocas del Japón del siglo pasado para cargarse a todo diós, y expresar así la ira contenida de todo un pueblo que aún no ha aceptado el choque de la modernidad y sus catástrofes. Desde la tradición, el honor y los valores perdidos, este samurai, como en un manga filosófico, se convierte en una especie Ulises y Cristo Oscuro que va pasando por todas las etapas o paradas del calvario hasta llegar al primer ministro y al emperador (místico), todo aquello que representa la nación nipona. Es la representación del mal rollo, del demonio interior enfadado que todo humano posee, el enemigo al que hay que vencer y convertir en luz. Luhar hasta con nuestro ADN. Grande

El director de todo esto, o el Camera Café de Lars von Trier

DirektOr for det hele, en el danés original, es una gran obra de un maestro de maestros y se nota, porque este hombre se está convirtiendo en un clásico como su adorado Dreyer. Esta película cuenta varias cosas en diferentes niveles, puede parecer un vodevil clásico, que lo es, una comedia disparatada que satiriza el mundo de la empresa, que lo es también, y una reflexión ligera sobre el papel de director de cine, de teatro etc.. en la realización de una obra de ficción. Trier bebe de las fuentes más cercanas, la dramaturgia danesa, cita a autores nórdicos como Strindberg, Ibsen, y como un trasunto de Faemino y Cansado que leen a Kierkegaard, se ríe de todos ellos. Vuelve a la sencillez a la hora de contar una historia, se carcajea de sus paisanos daneses, y como el mejor de los Chabrol, Woody Allen, Eric Rohmer y demás grandes autores de la levedad profunda, muestra lo peor y lo mejor del ser humano sin juzgarlo. Más católico que nunca, Trier se deja bajo siete llaves al luterano mora