Lo mejor de Mil maneras de morder el polvo, es lo que conscientemente homenajea a clásicos del humor de los 70 y 80, como Mel Brooks, o los tributos espontáneos a películas míticas de nuestra infancia. Para mí, tanto humor escatológico se convierte en cansino. Al principio está bien, pero se echa de menos más ingenio, más absurdo. Llega un momento en el que sigues bien la historia, pero no te ríes demasiado. La moraleja del tipo sin autoestima, que gracias a las personas que creen en él, puede llegar a domeñar su destino, es universal y efectiva. Charlize Theron es lo mejor del plantel, creíble, guapa y con carisma. Pero cuando sales de la sala, ya estás pensando en otra cosa. Olvidable sin más.
Blog de películas, en una época en la que ya nadie lee blogs y donde no se sabe si el cine se seguirá proyectando en salas o sólo en plataformas, tabletas y teléfonos móviles.