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Mostrando entradas de octubre 21, 2007

LAS TRECE ROSAS ROJAS DE VERDAD

Cuando vas al cine a ver una película así, vas sabiendo que no contaran todo, que estará dulcificado, descafeinado, “light”, como tantas cosas de nuestra vida cotidiana, pero acudes con la esperanza de que se abra una pequeña brecha en el muro de silencio de nuestra propia historia. Una vez más el resultado es decepcionante, una nueva traición a la historia. Lo primero, doce de la Trece Rosas Rojas eran todas militantes de la JSU, comprometidas con el partido y con su manera de ver la vida como mujeres trabajadoras y luchadoras que eran, hasta el punto de mantener su militancia en la clandestinidad para intentar reconstruir la organización, en medio de la ansiedad de sangre de los fascistas victoriosos, la única no militante de la JSU Blanca Brisac, tenía relaciones con el PCE a través de su marido Enrique García Maza (“Agudo” fusilado en la misma madrugada del 5 de Agosto) que participaba en reuniones y actividades con otros comunistas músicos y miembros del Sindicato de Profesores de

Las 13 Rosas: Panfleto necesario

Como película no vale mucho, esa es la pena. Acartonada, maniquea, y a ratos, cutre. Parece un episodio hinchado de Amar en tiempos revueltos, la serie sobre la posguerra de TVE 1. Demasiado limpitos y bien peinados para estar en una guerra. Demasiado pastiche, demasiada postalita de época. Pero son las actrices. Son ellas las que valen la pena. Todas las principales. Sobre todo Marta Etura, Nadia de Santiago y Verónica Sánchez. Magníficas. No es la película para lucirse Pilar López de Ayala, aunque está muy creíble. Son las otras. Tiene escenas sueltas muy buenas, con planos muy lucidos, que quieren ser épicos, bellos, que quieren quedar en la memoria como un clásico. Pero escenas independientes, las que se centran en ellas, como grupo, o como indivíduos. La escena de la canción en el cabaret con un Asier Echebandía sublime. La escena de Verónica Sánchez mirando a cámara diciendo aquello de que mi nombre no lo borre la historia, o encarándose con el pelotón de fusilamiento poco antes