Cinèma Geneviève

Holy Motors va más allá de un homenaje referencial al cine y a sus géneros, se adentra en algo más básico, más de Mortadelo y Filemón, de J acques Tati , disfrazarse, interpretar, ser otro, hacer más grande la vida. Los franceses son los inventores del cine, y se nota. También es sagrado el motor de la moviola.. Holy Motors no está muy lejos de las películas de Charlie Kauffman, Michel Gondry y Jeunet et Càro . Brillante, original y extrañamente coherente.. Crea su propio universo, como las mejores películas de la historia, Brazil, Blade Runner, Star Wars, 8 1/2, las de Akii Kaurismakii, etc.. Crea una cosmogonía con sus propios mecanismos que extrañamente funcionan.  Es una misa. La celebración de algo sagrado. Amén

Almodóvar vuelve a ese cine de maricones de los 80 que le hizo popular y que tan mala fama le dio entre la mayoría pacata de españoles de aquella época. Pero los tiempos han cambiado, ahora las locas hacen gracia y las confusiones sexu ales ya no son tan provocadoras como hace 25 años. A veces, parece un corto malo y sin pretensiones, ó una serie de tv estilo José Mota o de Aquí no hay quien viva , donde se celebra el marujeo , que es lo que nos une a las diferentes clases sociales. La secuencia de conversación telefónica entre un extraño Willy Toledo haciendo de galán con una suicida y calavérica Paz Vega y una peripuesta y prescindible Blanca Suárez no tiene ni pies ni cabeza y parece un corta y pega de guión para que todo más o menos cuadre y la peli tenga ritmo. Pero el trío de azafatos, los pilotos biheterobujarrones y el papel a lo Bárbara Rey de Cecilia Roth, además de la hilarante sensitiva Lola Dueñas, recuperan al Almodóvar surrealista y con pluma de siempre. No es ...