Esta película que vi de rebote me dejó tarumba, pero no aparté la vista de la pantalla ni una sola vez. Aviso, no es sólo un film de samuráis locos, es la historia de los traumas del Japón en el siglo XX. Un samurai crucificado en el siglo XIX regresa de entre los muertos a diferentes épocas del Japón del siglo pasado para cargarse a todo diós, y expresar así la ira contenida de todo un pueblo que aún no ha aceptado el choque de la modernidad y sus catástrofes. Desde la tradición, el honor y los valores perdidos, este samurai, como en un manga filosófico, se convierte en una especie Ulises y Cristo Oscuro que va pasando por todas las etapas o paradas del calvario hasta llegar al primer ministro y al emperador (místico), todo aquello que representa la nación nipona. Es la representación del mal rollo, del demonio interior enfadado que todo humano posee, el enemigo al que hay que vencer y convertir en luz. Luhar hasta con nuestro ADN. Grande
Blog de películas, en una época en la que ya nadie lee blogs y donde no se sabe si el cine se seguirá proyectando en salas o sólo en plataformas, tabletas y teléfonos móviles.
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