
SCREAM 4 es junto con SCREAM el mejor film de la saga, si bien aún inferior a este. Me he dado cuenta que en estos años el componente autoreferencial (en la cuarta entrega elevado al máximo exponente, junto con cierto toque de homenaje y parodia, todo incluido con gran inteligencia y gusto) ha dejado de interesarme y prefiero un enfoque más directo en el género, si bien ejercicios como este nuevo SCREAM y la reciente COLINAS SANGRIENTAS (muy recomendable para los fans del slasher) son plenamente disfrutables e incluso necesarios para el cine americano de terror.
SCREAM 4 sigue también su habitual juego policial de "¿Quién es el asesino enmascarado?" tan propio del Giallo, con especial habilidad en esta entrega con tramposo desenlace inesperado (como debe ser). En la evolución de la franquicia se nos muestra como un elemento de vital importancia para entender su propósito la irrupción de internet y las nuevas tecnologías como punto coyuntural en la existencia de la nueva generación, donde las adolescentes están más expuestas (y acostumbradas) que nunca a la presencia de acosadores anónimos de medio pelo y a la sobreexposición a las imágenes que circulan por la red, dando un cierto giro hacia el thriller de temática snuff movie con una facilidad tan estremecedora como no era aún imaginable cuando se estrenó TESIS.
Quizás en el cinismo y la vacuidad de las relaciones según la red social es donde se haya una de las brechas generacionales abiertas entre los nuevos protagonistas (o víctimas) de la historia y los de las anteriores pelis (los habituales Neve Campbell, David Arquette y Courtney Cox) que al igual que yo parecen sentirse un poco fuera de lugar en un entorno tan mediatizado, aunque el director Craven y el escritor Williamson eluden con gran acierto resultar moralizantes (que no críticos) o condenar a la juventud actual, que no deja de ser en el fondo como las que les precedieron.
Y además están los guiños al espectador. Múltiples, a la trilogía anterior (sobretodo la primera entrega) y al cine de género de todo tipo. Incluso uno de los polis bobos responde al nombre de Anthony Perkins.
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