
A medio camino entre el alma mongola y la nouvelle vague, hay que estar medio loco para querer vivir en esas estepas inmensas, aisladas, donde es más fácil ser animal, viento, árbol que hombre.
Paisajes bellísimos donde el ser humano molesta como una especie de cucaracha salvaje. Cierto que la pasión le redime, que el amor fou le da vida, aunque sea breve.
La música orquestal omnipresente, la melodía grave imprime de trascendencia lo que es una historia de carreras, apenas de miradas, donde el encuadre preciosista quita importancia a los personajes, no más relevantes que la casa azulada o el árbol viejo.
Los rusos, como los serbios con su cine de gitanos dementes, viven el presente como si se fuera a acabar el mundo, como si su presencia fuera un accidente en el tiempo.
Sienten la euforia momentánea que da la emoción, el sentimiento intenso que vive un loco retrasado montado en una motocicleta camino del abismo.
*Cine libre, pictórico, bello, loco, eufórico.
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