
Por las malas calles de Training Day y los decorados naturales de las desventuras canallas de los polis corruptos de la teleserie The Shield circulan también los antihéroes de esta historia, que sin embargo no son polis ni nada parecido. Sólo dos perdedores en paro buscando sus sueños, abocados al fatalismo o a salir del hoyo de una puñetera vez, como un Batman y Robin (adivina quién es quién) de los suburbios, sin objetivos ni justicia poética para impartir, salvo la que reciben ellos mismos.
Buena película, buenas interpretaciones y sobretodo, no tan típica historia como sería de esperar que se sigue con interés y plantea en tono tragicómico realidades que se imponen como mazazos a los personajes y la ciudad que habitan. Una historia de Los Ángeles.
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