
Si no fuera porque el trabajo ocupa 1/3 de la vida, que nos piden implicación, automotivación, sangre, sudor y lágrimas, y relacionarnos con gente que no hemos elegido, no sería un asunto demasiado personal. Cuando te despiden, parece que no lo es. Te dan las gracias y te racanean todo lo que pueden la indemnización. Y a empezar otra vez. Pero esta crisis económica nos ha dado también a los trabajadores la mejor excusa para que el trabajo, ese tótem de nuestra civilización, no sea tan apabullante en nuestras vidas. No depende de lo que hagas ni cómo lo hagas, mañana puedes estar en la calle por un asunto de cuadres numéricos ó por un mal cierre de contabilidad. La vida sigue.
The Company Men podría ser la versión americana de Los lunes al sol, pero en el mundo de los ejecutivos, aunque de refilón salgan astilleros, como en la peli española de Aranoa. Y me gusta que de vez en cuando, los americanos, retraten también a la clase trabajadora, y no me refiero sólo a los ejecutivos, sino a la pequeña empresa y al obrero, al que representa aquí en un buen papel Kevin Costner. Es realista, y ciertamente optimista, no pueden evitar poner un final felíz, porque el sueño americano manda mucho y los libros de autoayuda y motivación son invento suyo,
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