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GORDOS : PRIMERA PELÍCULA ESPAÑOLA DE AUTOAYUDA







Hacía tiempo que no iba al cine, creo que desde Pagafantas. Con cierta tristeza observo como en las cadenas de cines de los centros comerciales, a las películas españolas sólo entran las personas mayores, como mucho de 40 para arriba, y algún treinteañero despistado o bien informado. Quizá sean las únicas películas "adultas" que se proyectan en la actualidad, junto con alguna europea suelta que no quiera imitar al cine americano.



Tengo emociones encontradas con esta película de Sánchez-Arévalo. Por un lado, creo que es una buena cinta con inmejorables intenciones, al servicio de buenos actores, pero por otro lado, y no sé si es problema mío, no ha conseguido emocionarme, llegarme, afectarme de alguna manera con su mensaje o interpretaciones.



A diferencia de azuloscurocasinegro, que tenía verdades dentro, una reflexión sobre las clases sociales, la ambición, el afán de superación, el determinismo social, la generosidad, el egoísmo, etc.., en ésta su segundo proyecto, encuentro cierta impostación, que no impostura, más manierismo y exceso de melodrama que roza el folletín, largo y redundante, de personajes que en su mayoría no te llegan, porque sus problemas no te interesan. Creo que los conflictos mejor resueltos a nivel de interpretación y de guión son los creados por Roberto Enríquez, Verónica Sánchez, Leticia Herrero y Raúl Arévalo. Antonio de la Torre hace un buen trabajo, pero su personaje es un esperpento, una parodia llena de tics y gracietas sobreactuadas, creo que el director, enamorado de este actor malagueño, le deja hacer, y esa técnica, desde Pacino y De Niro, no ha dado muy buen resultado, ya que los grandes actores tienden a sobreactuar cuando no se les dirige correctamente. Esa es mi impresión. Leticia Herrero sorprende por su naturalidad y credibilidad, sobretodo cuando se conoce el hecho de que no había hecho nada antes como actríz, Raúl Arévalo tiene una vena tragicómica heredera de los grandes como López Vázquez, y Verónica Sánchez lo da todo en el clímax dramático con Roberto Enríquez, el terapeuta contradictorio. Este actor, al que he visto en teatro y en películas de Gerardo Herrero, aquí me convence bastante más que en otras ocasiones. Y qué decir de María Morales, paisana de Córdoba a la que conocí hace algunos años, y que en esta película hace su primer papel importante en el cine. Quizá su papel no es el que más destacaría, no le permite sacar todo lo que podría dar de sí, es más un apoyo a la trama que una de las historias centrales, pero como presentación es un buen trampolín, se adivina una actríz de caracter, que ojalá pueda expresarse en otro tipo de personajes con más enjundia.



Gordos estaría bien como libro de autoayuda, algunas frases de los personajes pueden ayudar a las personas con complejos y contradicciones, nadie se libra de ellos. Me gusta lo que dice el terapeuta sobre lo de asumir las propias contradicciones, aceptarlas, y descubrirse uno mismo en ellas. Liberarse cuando uno reconoce lo que te ata, lo que no te gusta de tí mismo. En el fondo, comer, engordar, es una manera de modelarse, de estropearse o no, en función de lo que no quiere enfrentar en su vida. Por eso creo que Sánchez -Arévalo tiene muy buenas intenciones humanistas. Pero como argumento, como obra total cinematográfica, es demasiado heredera de American Beauty y de otras películas más sinceras y redondas que ésta.

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