
Tras un comienzo algo chusco, el transcurrir de
IMAGO MORTIS, lastrado además por un doblaje que te saca de la pantalla, desvela un andamiaje prometedor para una historia que podría ser un cortometraje estupendo o una película para no dormir de televisión correcta (la
tele sigue siendo, por mucho que algunos se empeñen, un medio que aglutina productos felizmente poco exigentes aunque albergue otros de contrastada gran calidad), pero que finalmente es una película fallida que se deja ver con un poso de decepción.
Las contínuas muestras nacionales de cine fantástico que tan buenas pelis están produciendo merecen un voto de confianza cuando hay tropezones en un género tan dado a ellos como el terror.
Algunas primeras obras delatan las lagunas y fallas propias de su condición, no todo puede ser el virtuosismo de los debutantes Amenabar o Fresnadillo, por ejemplo. En este arte tan caro, deseo que los autores de IMAGO MORTIS hagan más pelis y que la próxima les salga mucho mejor.
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