Los habitantes de países desarrollados y capitalistas, que solemos vivir en burbujas protegidas del hambre y el frío, y que pedimos seguridad y paz ante todo, cuando vemos cine REAL o realista, que cuentan historias duras de supervivencia, de lucha diaria, lo ensalzamos y les damos cientos de premios, porque nos conmueve esa VERDAD que nuestro cine, tan americanizado, ya no posee. Hablo entonces del cine asiático, del iraní, del afgano, o del rumano, como es este caso.
El tema de 4 Meses, 3 días, etc.. da mucha grima : el aborto en una dictadura comunista en los ochenta, donde era un delito grave, y las tribulaciones de una estudiante universitaria para conseguir toda la logística necesaria para que su compañera de habitación, una inconsciente e inmadura embarazada, pueda abortar un feto de más de 4 meses, aún mucho más penado porque pasa de los 3 meses, el límite penal en el que el aborto se convierte en asesinato en Rumanía. (Y en España, hoy en día)
Esta chica, la amiga abnegada, tiene que pasar por penalidades personales bastante humillantes para conseguir su fin, dramas comprensibles en un entorno miserable y represivo.
Viendo estas películas, uno agradece el nivel de desarrollo y confort alcanzado en Europa Occidental, y entiende como una buena legislación de interrupción del embarazo, como la holandesa, puede evitar todos los problemas graves que acarrean las prácticas abortivas ilegales. Se ha abortado desde que el mundo es mundo, con curanderas, barberos, comadronas improvisadas o sanguinarios carniceros. Miles de mujeres han muerto y siguen falleciendo en África, Sudamérica o Asia, porque el aborto sigue siendo penalizado y esto aboca a que las mujeres se busquen la vida de muchas maneras arriesgadas para hacerlo.
Mi opinión personal es que la religión es un estorbo en estos casos, un obstáculo serio para la integridad y los derechos de las mujeres, que tienen que prevalecer por encima de una mitología religiosa sobre el origen del alma humana.
En el estado se debe ponderar el sentido común y la acción práctica y científica. Se debe formar a las mujeres y hombres en una educación sexual responsable para que no se llegue al mal trago de un embarazo no deseado. Hay que reducir las tasas de embarazos adolescentes, y reformar las leyes y dar medios a los hospitales públicos para que se pueda abortar con seguridad e higiene y sin problemas penales, eso sí, siendo estrictos en la formación sexual de las personas, ofreciendo gratuitamente medios anticonceptivos para que se cometan los menores errores posibles y las mujeres no tengan que llegar a esa indeseable situación.
Hay que respetar también a las familias y mujeres, que por sus creencias religiosas, quieran seguir adelante con el embarazo, y poner los medios suficientes para que se den en adopción si así lo desean. Pero eso no quita que el estado deba ser una institución imparcial, laica y mediadora, que en el caso español, comprenda la idiosincrasia cultural y religiosa de nuestro país, y desarrolle un modelo mixto, no tan avanzado como el nórdico (no somos suecos) ni tan atrasado como los de los países latinoamericanos, por poner un ejemplo. Siempre me pareció un atraso la gran cantidad de embarazos adolescentes en países de tradición católica, porque no se puede evitar que los jóvenes tengan relaciones sexuales. Esa hipocresía que permite practicar el sexo de tapadillo, pero que castiga el aborto, la consecuencia de unas relaciones irresponsables, y que tampoco es flexible con una buena educación sexual que evitaría muchos de esos casos, me subleva profundamente.
España procede de una dictadura nacionalista y católica donde ha habido una nula educación sexual, que poco ha mejorado la democracia, poco caracterizada en aplicar la pedagogía en sus ciudadanos. Quizá si ésta hubiera existido, yo no estaría aquí, porque mi abuela no habría tenido cinco hijos, y aún así, eran pocos en aquella época.
No hay nada más triste que condenar por decreto o báculo a las mujeres a ser conejas reproductoras. Si lo desean libremente, bien, si no, mal asunto.
Por eso es un tema tan polémico. Siempre que hablamos de derechos reproductivos y educación sexual, nos estamos refiriendo a la liberación real y efectiva de la mujer. Y esto sigue dando miedo. Creo que hay mucha resistencia todavía al siguiente paso evolutivo de la humanidad : el control de la natalidad planetaria.
Pero esa es otra historia, porque necesitaríamos un gobierno global, a escala mundial, positivo, científico y benefactor, modelo Star Trek, y la humanidad aún no está preparada para ello.
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