
Película autobiográfica, en el que el director-personaje está presente en sus sosias, Robert Downey Junior y Shia Labeouf. A Dito Montiel le hablan directamente, te hablan a ti, espectador. Te invita a participar en una historia costumbrista, a varias voces, hecha como hacía tiempo que no se veía en una película americana. Se nota la vena italiana, el vocerío, el ruido de la calle, del barrio, como a veces lo refleja Spike Lee. Se palpa la época difícil de los ochenta en Nueva York, la delincuencia, la droga, la falta de salidas. Dito bulle en su adolescencia, con la inconsciencia típica de la juventud desairada. Tiene que huir, pero escapa de todos aquellos que le quieren, que le salvan de sus propios errores de juventud. Los que se sacrifican por él, los que cargan con sus culpas. Película culturalmente católica, película hecha como agradecimiento personal de un creador que muestra respeto a sus propios santos, hombres de la calle, normales, padres, amigos, novias, a los que debe todo. Emocionante y justa. Sobretodo, justa.
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