
Era cuestión de tiempo que andaluces de nuestra generación acabaran reflejando en el cine, las historias que han ido conociendo en propia carne durante los 90, el paro, familias problemáticas, la droga, la falta de salidas, las conversaciones filosóficas con los amigos sentados siempre en el mismo banco. A mí me tocó en el parque de Colón, en Córdoba, pero pandillas semejantes se reunieron en bancos de Sevilla, Cádiz, Málaga. Jaén, etc..
La litrona de cerveza era, es barata. Bebes y te unes a gente como tú, en paro, frustrada, aburrida, que no se come un rosco, porque pertenece a esa generación, ya de treintañeros, que aún arrastra la antigua educación, una visión romántica del ligoteo, y no se adapta ni a la manera de vivir de los más adultos, ni de los nuevos que vienen empujando, más despreocupados y con menos valores morales.
Es una pena que esta película, al igual que Carlos contra el mundo, que refleja el mismo contexto, pasen desapercibidas en la cartelera y no duren nada. Yo me siento identificado con los personajes, porque yo era así, soy de esa manera. Es nuestra historia, diferente a la de otras generaciones, ni mejor ni peor, es nuestra penosa transición al mundo adulto en unas circunstancias socio-laborales complicadas.
¿Qué habrá sido de nosotros?
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