
En el código militar de las banderas, cuando colocas una de ellas al revés, estás comunicando que necesitas ayuda, que no puedes solucionarlo por ti mismo. También está el significado que le dio la contracultura anti-vietnam de los 70, cuando quemaron la bandera americana, o cuando los nativos querían expresar que esa bandera no tenía ninguna autoridad ni validez para ellos.
Una bandera que nunca puede tocar el suelo y que tiene que estar izada siempre.
Al principio de Salvar al soldado Ryan, la aparición de esa bandera transparente por el sol, que iniciaba y cerraba la película, era un símbolo que me caía mal, por el patrioterismo facha que representa en nuestra psique europea. Con el tiempo, creí captar un matiz irónico o cínico en esa bandera que está al principio y al final de una masacre, una carnicería brutal. La bandera ya no me cayó tan mal.
Las banderas, como los himnos, empiezan aser algo del pasado, pesado y molesto, porque representan conceptos esculpidos con sangre y nada de heroísmo.
Algunos pocos conservadores y liberales norteamericanos de los de antes, como Clint Eastwood, que por generación y edad representan a ese americano idealista que creía en ciertos valores asociados a su patria, me recuerdan al Alatriste de Reverte, soldados desencantados y autoexiliados, que desconfían de los que mandan, que creen en el honor y en la dignidad del indivíduo, pero no creen en un sistema carnicero y poblado de intereses espúreos para los que ellos son simples peones sin importancia.
La decepción lleva casi siempre al anarquismo.
Susan Sarandon es la madre que ha perdido a todos sus hijos en el ejército, no le queda ni el pequeño Ryan como en la buena pelicula de Spielberg.
Estados Unidos debe ser el único país occidental anclado todavía en el siglo XIX, cuando empezó su expansión militar y poderío económico, asociado a un nacionalismo que aún no han abandonado, y que hace 40 años empezó a estar en crísis. Mientras la potencias europeas renegaron del patriotismo, el honor y todos esos cánticos guerreros después de la Segunda Guerra Mundial, ellos, los americanos, son los únicos que quedan de esa etapa gloriosa de "héroes por la patria". Caminan inexorablente hacia la decadencia, y ellos lo saben, cuando ven a niños descerebrados matando a ritmo de videojuego a pobres iraquíes que no se sabían malos virtuales en esa canallesca guerra de Irak que todavía continúa. Las cosas han cambiado mucho hasta en el arte de la guerra. Un caballero que luchó contra el fascismo ahora no entendería nada. ¿Contra qué luchamos? ¿Para qué luchamos?. ¿Para que se enriquezcan unos políticos? ¿Para la cuenta de resultados anual de unos empresarios?.Murieron todos los falsos ideales, bienvenidos a la guerra porque sí.
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