
Pues no, tiene elementos (todos) de terror, incluidos unos bocetos del gran Berni Wrigston, dibujante clásico de revistas de horror, pero esto es otra cosa.
Un viaje de retorno a casa, al hogar, una huida hacia adelante, una declaración de amor por la vida ante la muerte inminente, un cuento como el de navidad con los fantasmas de las muertes pasadas, presentes y futuras, con el espíritu de los años 60 rondandonos con la fascinación por el suicidio, el morir joven y dejar un bonito cadaver y el club de los poetas muertos del pop-rock de Woodstock en nuestra cola, mirándonos desde el final de la autopista mientras hacemos auto-stop.
Buenos secundarios (la gran Bárbara Hershey y el espíritu del tio Ben - Cliff Robertson- en especial) y ese modo de adaptar a Stephen King de Mick Garris, siempre a caballo entre el estilo "culto" de Frank Darabont y el gore chusco. Encantador.
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