Riding the bullet, en España titulada Viaje a las tinieblas, puede parecer una peli de terror (otra adaptación más de Stephen King), plagada de los iconos clásicos de su mitología personal.
Pues no, tiene elementos (todos) de terror, incluidos unos bocetos del gran Berni Wrigston, dibujante clásico de revistas de horror, pero esto es otra cosa.
Un viaje de retorno a casa, al hogar, una huida hacia adelante, una declaración de amor por la vida ante la muerte inminente, un cuento como el de navidad con los fantasmas de las muertes pasadas, presentes y futuras, con el espíritu de los años 60 rondandonos con la fascinación por el suicidio, el morir joven y dejar un bonito cadaver y el club de los poetas muertos del pop-rock de Woodstock en nuestra cola, mirándonos desde el final de la autopista mientras hacemos auto-stop.
Buenos secundarios (la gran Bárbara Hershey y el espíritu del tio Ben - Cliff Robertson- en especial) y ese modo de adaptar a Stephen King de Mick Garris, siempre a caballo entre el estilo "culto" de Frank Darabont y el gore chusco. Encantador.
Pues no, tiene elementos (todos) de terror, incluidos unos bocetos del gran Berni Wrigston, dibujante clásico de revistas de horror, pero esto es otra cosa.
Un viaje de retorno a casa, al hogar, una huida hacia adelante, una declaración de amor por la vida ante la muerte inminente, un cuento como el de navidad con los fantasmas de las muertes pasadas, presentes y futuras, con el espíritu de los años 60 rondandonos con la fascinación por el suicidio, el morir joven y dejar un bonito cadaver y el club de los poetas muertos del pop-rock de Woodstock en nuestra cola, mirándonos desde el final de la autopista mientras hacemos auto-stop.
Buenos secundarios (la gran Bárbara Hershey y el espíritu del tio Ben - Cliff Robertson- en especial) y ese modo de adaptar a Stephen King de Mick Garris, siempre a caballo entre el estilo "culto" de Frank Darabont y el gore chusco. Encantador.
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