
Un barón de brillante armadura, a caballo, en mitad de una batalla de cuento, y un fiel criado, de capacidades velocistas asombrosas y proezas sólo iguales a su bondad y lealtad. ¿Os Suena? . Me recordaba a Las Aventuras del Baron de Münchaussen esta epopeya fantástica, cómica y conmovedora.
Pero su caballero andante también me parecía un Quijote engañifa, pícaro y embustero, con un Sancho esclavo, fiel siervo, en realidad señor de una ínsula perdida en la nieve y del todo Quijotizado en la armadura de su señor.
Hay también una Dulcinea huidiza y seductora como un colibrí, un sabio Frestón con forma de Dama del Lago, un Durandarte que envuelto en el estandarte de un señor oscuro se torna Caballero Negro, y por supuesto, un Beltenebros emisario del mal y la muerte.
La pareja Quijotesca, su peculiar y cómica amistad y lealtad y su carrera (literal) contra el pasado es lo mejor de esta fábula fantástica.
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