Ayer fue Viernes Santo. En lugar de ver una procesión, me puse una película humanista, pacifista y sincera, que también habla de religión, la segunda cinta de esta directora-actríz libanesa, la nueva Sofía Loren ó Anna Magnani, de esas mujeres mediterráneas, bellas y con carisma que llenan la pantalla. Me gustan las películas de esta mujer porque tienen lo mejor de nuestro mundo mediterráneo, desde la alegría musical del cine egipcio hasta la tragedia griega, trístemente propagada en Oriente Medio por las guerras de orígen político y religioso. Líbano es un país rico en cultura, con la elegancia de un pasado francés y el colorido de la civilización árabe. En esta obra veo mucho del cine de Berlanga, bullicioso y comunitario, de las películas italianas de mujeres fuertes, del cine iraní, con sus dramas de guerra. Hay un universo común al que creo que deberíamos mirar más desde nuestro país. Está bien parecerse al cine americano en cuanto a la forma de narrar (en algunos géneros, no en todos), pero no debemos olvidar nuestras raíces ni nuestra cultura. En esta película, Nadine Labeki muestra el papel de las madres como pacificadoras y mediadoras, y el sufrimiento y dolor que padecen cuando la violencia provocada por el hombre rompe el equilibrio y la convivencia. En sus historias, siempre viven en armonía, con sus pequeños conflictos femeninos que no llegan a más, mujeres cristianas y musulmanas, con sus amores, sus preocupaciones y sus conversaciones chispeantes y divertidas.( Las mujeres ríen más entre ellas). Pero llegan las figuras patriarcales y machistas y lo joden todo. En este caso, es curioso que el cura y el imán se alíen para pacificar en vez de dividir, como hacen sus respectivos fieles, y que las mujeres traigan a cabareteras rusas al pueblo para que entretengan a los hombres con sus encantos, y así no se peleen entre ellos. Canto a la libertad y a la paz, que gustará a creyentes y no creyentes, a mujeres y a hombres, tan necesitado todos de sensatez y alegría.
* En las culturas mediterráneas, la madre tiene un papel fundamental y respetado en el núcleo básico de la sociedad, la familia. La Vírgen María es venerada por muchas mujeres católicas porque la ven como una representación de ellas mismas como madre sufriente, y es respetada también por la religión musulmana, como madre del profeta Jesús. Arquetipo inconsciente de la fuerza femenina en el universo, la diosa como representación de la fertilidad y de la maternidad. En la Semana Santa católica, las diferentes vírgenes son paseadas en procesión por las calles de pueblos y ciudades, dolorosas, sufrientes, llenas de vida. Posiblemente sea sólo una escultura para quien no siente ese vínculo afectivo con un rasgo, una faceta de su ser íntimo, que proyecta en esa imágen física. Quizá podría quedar más claro en el creyente, si la Vírgen apareciese como una representación de la Diosa del agua, del mar, o de los cielos. En parte ya lo ha hecho, pues sus apariciones se asocian a fuentes, manantiales, árboles, lagos y a orillas del mar, como las diosas antiguas...
* En las culturas mediterráneas, la madre tiene un papel fundamental y respetado en el núcleo básico de la sociedad, la familia. La Vírgen María es venerada por muchas mujeres católicas porque la ven como una representación de ellas mismas como madre sufriente, y es respetada también por la religión musulmana, como madre del profeta Jesús. Arquetipo inconsciente de la fuerza femenina en el universo, la diosa como representación de la fertilidad y de la maternidad. En la Semana Santa católica, las diferentes vírgenes son paseadas en procesión por las calles de pueblos y ciudades, dolorosas, sufrientes, llenas de vida. Posiblemente sea sólo una escultura para quien no siente ese vínculo afectivo con un rasgo, una faceta de su ser íntimo, que proyecta en esa imágen física. Quizá podría quedar más claro en el creyente, si la Vírgen apareciese como una representación de la Diosa del agua, del mar, o de los cielos. En parte ya lo ha hecho, pues sus apariciones se asocian a fuentes, manantiales, árboles, lagos y a orillas del mar, como las diosas antiguas...
Comentarios