Vayamos por partes : Fincher y Millenium.
Reconozco que no he leído la trilogía sueca, aunque me gusta el género negro nórdico, tan de moda ahora, y del que destaco a Wallander y la magnífica serie de Kenneth Branagh, por lo cual, he ido vírgen de prejuicios literarios al cine. He disfrutado de esta película porque entretiene, es dinámica y no te das cuenta de que dura 150 minutos. Creo que Fincher, desde Zodiac, se ha convertido en un gran narrador, pero a costa de perder buena parte de su agresivo empuje y originalidad inicial. Ese "estilo" nuevo que imprimió en su mejor obra (para mí) hasta la fecha, El club de la lucha. Craig y Mara consiguen dar calidez a la historia y crean unos personajes con química, salvan la frialdad narrativa del director americano, que sabe contar pero no emocionar. Son los intérpretes los que hacen que esta película pueda ser recordada, y la tremenda banda sonora de Trent Reznor (Nine Inch Nails), que al igual que los magníficos títulos de crédito, son de los pocos elementos que te hacen darte cuenta de que es una peli de Fincher.
Y también, aunque supongo que esto ya estaba en el libro, la magnífica historia de odios familiares, tan reconocibles, y del lado oscuro nacionalsocialista de una sociedad en apariencia, civilizada y progresista. El resto es entretenimiento con ribetes durillos, por eso contrataron a Fincher, y poco más.
Álex de la Iglesia y La chispa de la vida
Mota es un crack, eso nadie lo niega, y Salma Háyek una gran actríz que hace creíble cualquier personaje. Logran emocionar y transmitir el amor y el cariño que respira esa pareja. Todo es claro y diáfano, hasta políticamente correcto, aceptable, con las críticas bienintencionadas al sistema en el que vivimos. Es un encargo, y De la Iglesia se pone algo institucional. Esa crítica poco mordaz, diría que hasta entrañable, al circo de los media, al sensacionalismo, se ha quedado ya antigua. Lo que a mí me interesa, lo que me parece grave, es como tratan los antiguos compañeros publicistas al parado, como le humillan, como lo marginan en el mundo "de lo guay y de lo moderno, del que figura y está y del que ya es un paria para los demás". Y de la relación que entabla el desempleado con su familia, con sus conocidos, consigo mismo. Yo sé lo que es eso, he estado en paro muchas veces y vuelvo a estarlo. Mota sabe transmitir esa desesperación y autoengaño, pero el resto del show me sobra, el espectáculo mediático está muy visto y no hace daño. La dignidad del parado y de su familia no está en rechazar el dinero del productor, sino en lograr tener cada día un poco de autoestima. La anécdota está sobredimensionada, porque, ¿tan interesante es la historia del accidentado Mota para que se barajen esas cantidades de dinero, para que gire a su alrededor la industria de la tele basura?. Ríes y lloras, pero no hace pupa.
*Y ya me estoy empezando a cansar de este cine de "amiguetes" con los mismos rostros de siempre, con Santiago Segura a la cabeza, porque dan una pobre imágen de cine endogámico, de pequeño negocio que no llega ni a poder llamarse "industria". Nuestra "comedia española" está muy bien, viene de una gran tradición de literatos, guionistas, directores y actores, pero es limitada, y da muestras de estancamiento.
Reconozco que no he leído la trilogía sueca, aunque me gusta el género negro nórdico, tan de moda ahora, y del que destaco a Wallander y la magnífica serie de Kenneth Branagh, por lo cual, he ido vírgen de prejuicios literarios al cine. He disfrutado de esta película porque entretiene, es dinámica y no te das cuenta de que dura 150 minutos. Creo que Fincher, desde Zodiac, se ha convertido en un gran narrador, pero a costa de perder buena parte de su agresivo empuje y originalidad inicial. Ese "estilo" nuevo que imprimió en su mejor obra (para mí) hasta la fecha, El club de la lucha. Craig y Mara consiguen dar calidez a la historia y crean unos personajes con química, salvan la frialdad narrativa del director americano, que sabe contar pero no emocionar. Son los intérpretes los que hacen que esta película pueda ser recordada, y la tremenda banda sonora de Trent Reznor (Nine Inch Nails), que al igual que los magníficos títulos de crédito, son de los pocos elementos que te hacen darte cuenta de que es una peli de Fincher.
Y también, aunque supongo que esto ya estaba en el libro, la magnífica historia de odios familiares, tan reconocibles, y del lado oscuro nacionalsocialista de una sociedad en apariencia, civilizada y progresista. El resto es entretenimiento con ribetes durillos, por eso contrataron a Fincher, y poco más.
Álex de la Iglesia y La chispa de la vida
Mota es un crack, eso nadie lo niega, y Salma Háyek una gran actríz que hace creíble cualquier personaje. Logran emocionar y transmitir el amor y el cariño que respira esa pareja. Todo es claro y diáfano, hasta políticamente correcto, aceptable, con las críticas bienintencionadas al sistema en el que vivimos. Es un encargo, y De la Iglesia se pone algo institucional. Esa crítica poco mordaz, diría que hasta entrañable, al circo de los media, al sensacionalismo, se ha quedado ya antigua. Lo que a mí me interesa, lo que me parece grave, es como tratan los antiguos compañeros publicistas al parado, como le humillan, como lo marginan en el mundo "de lo guay y de lo moderno, del que figura y está y del que ya es un paria para los demás". Y de la relación que entabla el desempleado con su familia, con sus conocidos, consigo mismo. Yo sé lo que es eso, he estado en paro muchas veces y vuelvo a estarlo. Mota sabe transmitir esa desesperación y autoengaño, pero el resto del show me sobra, el espectáculo mediático está muy visto y no hace daño. La dignidad del parado y de su familia no está en rechazar el dinero del productor, sino en lograr tener cada día un poco de autoestima. La anécdota está sobredimensionada, porque, ¿tan interesante es la historia del accidentado Mota para que se barajen esas cantidades de dinero, para que gire a su alrededor la industria de la tele basura?. Ríes y lloras, pero no hace pupa.
*Y ya me estoy empezando a cansar de este cine de "amiguetes" con los mismos rostros de siempre, con Santiago Segura a la cabeza, porque dan una pobre imágen de cine endogámico, de pequeño negocio que no llega ni a poder llamarse "industria". Nuestra "comedia española" está muy bien, viene de una gran tradición de literatos, guionistas, directores y actores, pero es limitada, y da muestras de estancamiento.
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