
En la larga y sucia guerra de trincheras en el fango de zentropa entre las corporaciones occidentales Capitol y Bauhaus, un suceso inesperado ha desatado un nuevo conflicto de carácter apocalíptico que puede acabar con todas nuestras batallas para siempre. La dramatización de los hechos ha sido titulada CRÓNICAS MUTANTES, realizada en Inglaterra con la económica técnica de escenarios virtuales y embellecida por una estética retrofuturista que remite a la primera guerra mundial, los años 40 e incluso la fantasía medieval, en una epopeya que llevará a un pelotón condenado de antiguos enemigos mercenarios desde los cielos, a bordo de acorazados de vapor, a las profundidades de catacumbas olvidadas que iluminarán con su luz de gas y rifles de fósforo, donde Thomas Jane (prota de LA NIEBLA, LA ÚLTIMA VEZ QUE ME SUICIDÉ y el peor PUNISHER del cine) se parecerá más que nunca a un rejuvenecido Christopher Lambert espada en mano, rodeado de cruzados nihilistas con la apariencia de un breve John Malkovich, el imprescindible Ron Pearlman (habitual de cuevas, mazmorras varias y vastos subterráneos desde sus tiempos con Jean Jacques Annaud, la serie LA BELLA Y LA BESTIA y las aventuras con Guillermo del Toro, donde ha conocido -e interpretado- bichejos tan peculiares como los mutantes de esta ocasión), Devon Aoki y Sean Pertwee, otro soldado asiduo a divertidas misiones de serie B con toque británico (a las que no suele sobrevivir), como DOG SOLDIERS o DOOMSDAY.

Un film correcto, coherente, ligero, previsible y entretenido, sin mayores pretensiones técnicas ni argumentales de las indispensables para disfrutarlo como si de un cortísimo videojuego se tratara (además está libremente inspirado en una saga rolera, creo). Sin más.
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