
Australia la podía haber dirigido cualquiera, hasta Michael Bay. Que sea Baz Luhrman porque haya nacido en las antípodas no es un acicate. Lo mejor quizá sea escuchar la musiquilla de Valle Secreto (Años después, me enteré que la sintonía de aquella mítica serie infantil hispano-australiana correspondía al himno de Australia) en algún momento suelto. La primera hora está bien, interesa, es cómica, pero el resto se hace largo, pesado y reiterativo, pasteloso. Si alguien está interesado en el tema de los niños indígenas robados por el gobierno australiano, que revisite la estupenda película Generación Robada de Philip Noyce. O si te gusta el misticismo étnico de los aborígenes y su cultura musical y oral, que vea The Whale Rider, pero no este pastiche hollywoodiense que bebe de todas las fuentes sin hacer nada diferente, cosa que si consiguió este director en su obra maestra hasta la fecha, Moulin Rouge.
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