
Ni los buenos son siempre tan buenos, ni los malos tan malos. Todo depende de los intereses individuales, de la falta de ética y escrúpulos, o de su posesión. A veces, el malo tiene algún tipo de valores personales mínimos, y otras, el bueno tiene que saltarse sus poco flexibles reglas morales para defender lo suyo.
Russell Crowe compone un gran papel de diablo seductor, de asesino casi simpático y el actor del nuevo Batman sabe mostrar a ese bueno cobarde que se crece cuando tiene que demostrarle a su hijo mayor que tiene “cojones”. El espectador se mantiene en tensión, sobretodo cuando aparece el adolescente hijo del “bueno”, porque teme que le metan un tiro o que la situación le sobrepase.
Western moderno heredero de todos los maestros, aunque más cercano en estética a las pelis sucias del oeste de los 60 y 70 americanas, con ciertos ramalazos del espaguetti y también de las clásicas de los 50. Me gusta como refleja una realidad histórica, todavía desconocida y que va más allá de los tópicos y los estereotipos hollywoodienses, la colonización por los emigrantes europeos del oeste norteamericano y su fauna humana compuesta de bandidos, indios, prostitutas, obreros chinos, mexicanos errantes, mercenarios de la guerra civil americana, granjeros, ganaderos, empresarios sin escrúpulos, soldados y la incipiente nueva tecnología de la revolución industrial que consigue unir por el transporte un vasto territorio en un nuevo estado-nación o nación de múltiples estados, los Estados Unidos de América y su mitología fundacional.
Algún día analizaré cómo el nacimiento y desarrollo del cinematógrafo en Estados Unidos, va unido a la finalización y consolidación de la Conquista del Oeste, aunque ya hay libros y películas que hablan de esa época, cuando el automóvil sustituye al caballo, el indio ya dormita a buen recaudo en las reservas y el rudo cowboy es sólo un ganadero que pronto se convertirá en empresario petrolero.
El siglo XIX es tan fascinante e inestable en los EEUU como lo fue en España, con sus golpes de estado, invasiones napoleónicas, pérdidas de las colonias de ultramar, monarquías fugaces, repúblicas aún más fugaces, atentados mortales contra presidentes, congresos del primer socialismo, movimientos obreros, colonialismo industrial británico, la desamortización de Mendizábal, etc.. Debería el cine patrio fijarse más en aquella época para hacer películas entretenidas, y a la vez, didácticas, que enseñen los cuartos oscuros de la historia.
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