¡¡ CORDURA !!

"Lejana y sola, Córdoba callada. Mientras tanto, Ciudad Cordura charlaba por los codos.."
Si esto fuera una crónica, comenzaría así:
Anoche, en la filmoteca de Andalucía de Córdoba se estrenó mundialmente CORDURA, una peli escrita y dirigida por Miguel Ángel Sánchez, con lleno absoluto (hubo gente que se quedó sin entrada), asistencia de medios de comunicación y gran expectación (mucho mayor que la que despertó Montxo Armendáriz en su asistencia inmediatamente anterior, claro que él no tiene a tantos amigos en la ciudad).
La peli se metió a su público en el bolsillo desde el primer momento, - se bebían en sonoro silencio el torrente de palabras que brotaban de la pantalla - y no salió de allí (del agujereado bolsillo del realizador y todo su equipo) hasta que se encendieron las luces y estalló en un largo aplauso.

Si esto fuera una reseña - en un blog de internet de esos que nadie lee, por ejemplo- podría decir:
No pude dejar de sonreír (y a veces reír) durante toda la proyección, lo que veía en la pantalla es tan terriblemente romántico, poéticamente soez y hermosamente cotidiano como mirar un trozo del pasado que recordamos como nos apetece y menos - o más - nos duele. Miguel Ángel quiere a sus personajes y sus actores, y se nota.

Si por otra parte escribiera una crítica - de esas tocapelotas de festival - señalaría quizás las situaciones y algunos diálogos algo reiterativos que hacen notar en el algún momento la larga duración de la película, a lo que no ayudó la calefacción a tope o el exceso de calor humano en la sala Val de Omar (lo de hablar del tiempo es muy de crítico sobrao festivalero). Y también diría que tuve una sensación de estructura narrativa que parecía ensamblar varios cortometrajes algo dispersos en algún momento, quizás sea una percepción provocada por conocer la dilatada trayectoria en este campo del director.

Pero esto no es una crónica, ni una reseña o una crítica, ¿cómo podría serlo?
Si vimos la peli allí donde hace años conocí a esa panda de lunáticos del cine de Imagen y Sonido que se lanzaban a hacer cortos con cualquier cascarría de cámara, iban al cine con compulsión y se enamoraban cada fin de semana (y a veces, entre semana) en plazas y parques entre litronas. Si mi propio hermano era uno de ellos, y su espíritu planea subliminalmente (como la imagen de aquella polla en El Club de la Lucha) en la cinta y abiertamente en los agradecimientos de los créditos finales. Y con tantos amigos y conocidos involucrados, no soy un espectador imparcial (aunque nunca lo soy con el cine)
me considero un cómplice.
Así que no puedo hacer análisis, ni falta que hacen. Miguel, lo habéis conseguido, lo has conseguido.