

Me da grima el tema de esta película. Me da repugnancia física aquella España franquista, pacata, represora, ultracatólica. Salgo del cine como quien sale de una pesadilla, aliviado de que ya no sea real, de que vivamos en un tiempo más libre.
Grandes trabajos de todos los actores, sobretodo de los Curas, José Ángel Egido y Raúl Arévalo. Qué gran villano éste último. Me recordaba al Naranjito y a Hitler, dos curas franciscanos a los que tuve que padecer en mi infancia de EGB. Eran los ochenta, pero aún quedaban restos de esa manera tan propia de educar a palos. Los que hemos sufrido, aunque sea más suavizada por la democracia, esos modos, dogmatismos e hipocresías de la curia, lo único que deseamos es que continúe ese camino de laicismo del estado, en el que la Iglesia Católica ocupe un lugar más justo y equilibrado en la sociedad e instituciones españolas, separada y olvidada del poder político, sin influencia educadora, sólo apostólica para sus fieles y creyentes. Estaría bien apartarlos del poder económico y multimedia, no llegar a desamortizar sus bienes como en el XIX, porque si no cometeríamos el error contrario, caer en el anticlericalismo y en la revancha. Yo no quiero ajusticiar ni perseguir a la Iglesia Católica Española por su unión pasada con la dictadura de Franco, pero si limitarla, acotarla, ponerla en su justo lugar. No hay nada más obsceno que un cura con una pistola, que un cura matando en una cruzada-guerra civil, algo más anticristiano, cruel y asesino. Qué podrán criticar éstos a los radicales mujaidines de la guerra santa, a los hombres bomba palestinos, a los talibanes afganos, si ellos eran iguales hace 70, 50 años. Esa España psicópata, enferma, hipócrita y cínica me da miedo, y no quiero que sus restos humeantes ocupen ningún lugar en mi vida, ni en la de nadie en este país tan sufrido.
El único defecto que le veo a esta cinta necesaria, es el exceso melodramático en la historia, y la inclusión del episodio de la hija mayor de la familia y su novio comunista cuando escapan a Portugal, porque queda muy por debajo en interpretación y en desarrollo que el resto del argumento. Otro apunte, que sobrepasa en sí el tema de esta película. Me gustaría que la Guerra Civil y la Posguerra española fueran tratados como géneros bélicos, en el que la implicación emocional e ideológica no fuera tan abrumadora ni presente, quiero decir, que el tratamiento cinematográfico se pusiera por delante, como hace Guillermo del Toro en el Laberinto del Fauno. Y que se pusieran más medios para que no parecieran telefilmes o cine pobre. No pago 7 euros para ver televisión en el cine. Quiero algo de espectacularidad, que no tiene por qué estar reñido con la exposición de una tema interesante y profundo. El cine tiene una función didáctica, de explicación de la historia utilizando conflictos personales, de grupos humanos pequeños. Y si el cine histórico es caro, que se invierta, que se ponga más dinero en la realización y en publicidad, como se hizo en Alatriste. Ese es el camino a seguir para que el cine español y europeo sobrevivan.
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