


"El Taxista Zen no te lleva donde quieres ir, sino donde debes estar"
del cómic Top Ten, escrito por Alan Moore
Este verano la tele nocturna en abierto nos trae LIFE, serie sobre un detective de policía injustamente encarcelado que sale de prisión tras doce años condenado a cadena perpetua y se reincorpora a su puesto, para investigar la conspiración que le llevó entre rejas. En el camino, entre dramas y padecimientos ha encontrado su particular camino del samurai en la filosofía Zen, con la que se enfrenta al todo, a la vida.
Pero también veo algo remotamente similar en Harry Dresden, el hechicero protagonista de la serie Dresden (The Dresden Files), a punto de terminar la emisión de su única temporada en televisión. Su modo de vida es más explícito, las energías aquí son visibles y palpables (como las enormes líneas telúricas que recorren el globo terráqueo de cabo a rabo y le provocan mareos a Harry), pero el bien y el mal están casi igual de confusos (esa facilidad para acabar en el lado oscuro de la magia negra). Y ese sensei que encarna el fantasma del cráneo Bob, mitad maestro de las artes oscuras de Harry Potter y mitad compañero de piso quejica.
Sin embargo, lo mejor de Harry Dresden es su actitud natural frente a los desequilibrios del Karma mundial, súcubos y esa vampiresa a la que espera redimir algún día, pese a saber que es imposible. En el fondo, su mensaje, por encima de esos argumentos que no enganchan del todo, es lo sencillo de aceptar a todo el mundo tal como es.
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