Autorretratos de Christopher McCandless
Una vez, cuando era un crío, dibujé como me imaginaba de adulto. Un vagabundo con greñas y barba, hierba en los labios como la de Lucky Lucke y silbando mientras camino por el sendero de un bosque. Nunca he sido muy ambicioso, en el sentido tradicional del término. Y no silbo muy bien.
Into The Wild comienza con una cita de Lord Byron, y desde ese instante ví paralelismos entre Chris McCandless y el escritor romántico, con el rostro de un joven Hugh Grant gritando a las montañas como en Remando Al Viento.
Me identifico con el protagonista de Hacia Rutas Salvajes tanto como con la música que le acompaña, avivando mis recuerdos adolescentes de la época grunge y los sentimientos viscerales de entonces. Comprendo su desubicación de la civilización. Una vez que se regresa del camino (él también lo llama así), la ciudad y la sociedad son un entorno alienado y a veces hostil. El hogar que recordamos con cariño pero al que nos sentimos un poco más ajenos que antes, porque hemos visto nuestro verdadero lugar, el que no podemos apreciar tanto como nos gustaría cuando estamos aquí: nosotros. Y todo lo demás.
Mis experiencias no son comparables a las de McCandless, tampoco mis circunstancias, pero Sí mis anhelos y algunas de mis decisiones más insólitas, como las de tantos. Yo también siento aún la llamada de la Selva.
Una vez, cuando era un crío, dibujé como me imaginaba de adulto. Un vagabundo con greñas y barba, hierba en los labios como la de Lucky Lucke y silbando mientras camino por el sendero de un bosque. Nunca he sido muy ambicioso, en el sentido tradicional del término. Y no silbo muy bien.
Into The Wild comienza con una cita de Lord Byron, y desde ese instante ví paralelismos entre Chris McCandless y el escritor romántico, con el rostro de un joven Hugh Grant gritando a las montañas como en Remando Al Viento.
Me identifico con el protagonista de Hacia Rutas Salvajes tanto como con la música que le acompaña, avivando mis recuerdos adolescentes de la época grunge y los sentimientos viscerales de entonces. Comprendo su desubicación de la civilización. Una vez que se regresa del camino (él también lo llama así), la ciudad y la sociedad son un entorno alienado y a veces hostil. El hogar que recordamos con cariño pero al que nos sentimos un poco más ajenos que antes, porque hemos visto nuestro verdadero lugar, el que no podemos apreciar tanto como nos gustaría cuando estamos aquí: nosotros. Y todo lo demás.
Mis experiencias no son comparables a las de McCandless, tampoco mis circunstancias, pero Sí mis anhelos y algunas de mis decisiones más insólitas, como las de tantos. Yo también siento aún la llamada de la Selva.
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