
En la sala del centro comercial donde vi esta película, había un grupo de chavales adolescentes descerebrados que se habían confundido probablemente, o que entraron atraídos por la juventud de los protas El Bola y María Valverde, o pensaban que era una peli de macarras o yo qué sé. Siempre he pensado, quizá de forma paternalista, que el cine de siempre puede venderse a la gente muy jóven si sabes presentarselo adecuadamente. Se supone que ésta es una película con actores jóvenes, actual y con un tema atrayente. Pero no está hecha para ellos, sino para una generación educada en otra estética cinematográfica. Ladrones es pretenciosa, bebe de la nouvelle vague, del free-cinema, del cine francés elegante en general, cine europeo como batalla casi perdida hoy en día, a pesar de la nueva Ley del cine española, que obliga, y hace muy bien, hay que obligar para salvar, a un 15% de películas europeas como cuota de pantalla. No es suficiente, porque en vez de obligar a los exhibidores, tendría que existir una política común europea arancelaria contra productos culturales extranjeros como los estadounidenses. Volver al GATT y al proteccionismo, y sobretodo, crear una industria fuerte a nivel europeo con cintas de todo tipo y presupuesto, que recuperara a nuestro público de forma mayoritaria.
Ladrones se ve bien, El Bola y María Valverde tienen química y se seducen. Caen en tópicos y en previsibilidad, pero a mí la estética, la música y el ralentí me atrapa, soy un esteticista, y ésta peli es puro cine, cine INTERNACIONAL del bueno. No es costumbrista, no es comedia española, no es culebrón, qué coño, es CINE.
El director ha visto películas de Truffaut y qué cojones, hoy en día es agradable darle con un busto de Truffaut en la cabeza de uno de esos descerebrados irrespetuosos y proclamar que el cine ha muerto, viva el cine. No habría que echar estas pelis en los centros comerciales, no es su sitio. Habría que mantener otras salas de toda la vida, o especiales para cine europeo, español incluído, salvadas del devorador mercado inmobiliario. Es una puta utopía, pero qué gran utopía hoy en día, única resistencia en un mundo, el del ocio, que no deja alternativas. Debe existir el cine palomitero como los otros cines, para que se pueda elegir. Si hay que darle una ostia a alguien para que te dejen elegir, se le da. Si hay que robarle la cartera como un pickpocket, se hace. Habráse visto.
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