

Centro comercial de barrio, compro un zumo en el super de abajo porque es más barato y me dispongo a consumir una peli americana que parecía más extraña de lo habitual con un Jim Carrey con cara de pirao lleno de números 23 por todo el cuerpo.
Final decepcionante que se carga toda la película aunque intenta mejorarlo en el epílogo, frivolización de la enfermedad mental, de la esquizofrenia, de la paranoia, o como hacer que el enfermo sea siempre un asesino descontrolado como aquella enfermera esquizofrénica que mató a médicos y pacientes en una clínica madrileña hace pocos años, aunque estos casos no son habituales. Carrey no puede hacer creíble este personaje porque su cara, su gestualidad y el tono de la película apuntan a una comedia fantástica. Debería haberse quedado en eso.
Para mí, lo mejor, es el tema del libro autopublicado por un autor desconocido que Virginia Madsen (impagable y sexy) encuentra en una librería de viejo, y de como la literatura, la ficción, puede llegar a obsesionarnos e influirnos en nuestra vida normal. Quien escriba un diario, un blog, o le guste leer escritos personales de otros, sabe de lo que estoy hablando.
El protagonista se embarca con su familia en un viaje como el de Ulises, más el de Joyce que el de Homero, en la búsqueda de sí mismo. Se ve claramente como el cine mainstream adopta maneras y temas de David Lynch, Cronemberg, etc, y lo transforma en pelis para el consumo palomitero. En manos de aquellos auteurs, ¿qué habría sido de este film?. Ah, propongo a Virginia Madsen, nuestra estrábica favorita, como próxima diva pin-up en el rincón del friki oscuro.
Bueno, yo recomiendo que os bajéis de internet 23, que no paguéis por verla y que sí paguéis por L´enfer, segunda parte de la trilogía que no pudo realizar Kiewslowski. (Revisitar Heaven, de Tom Tykwer).
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