
Yo siempre me quedaré con Tom Tykwer haga lo que haga, sea éste un encargo de coproducción europea o sea el principio de la segunda trilogía nunca terminada de Kiewslowsky, y me refiero a la nunca estrenada Heaven. Tom Tykwer es de la estirpe de los Amenabar y Medem que en el mundo han sido, estilistas, imagineros, enamorados de la imagen y el color, de los rostros, de la poesía de la mujer y de la música como emoción. Película ésta con otras pelirrojas que corren, autohomenaje a Corre Lola Corre o simplemente que este alemán sigue enamorado de Franka Potente, y quién no.
Europa, Francia en el siglo XVIII, llena de mugre, peste y desigualdad, tercer mundo europeo donde la búsqueda de la belleza y de la pureza última de la inocencia era la verdadera utopía.
Primer Psychokiller u obseso del trabajo perfumero bien hecho, este carne-de-cañón que a nadie le importa, que nunca fue amado y que desea amar pero no sabe cómo, protohombre de hielo como el guerrero de La Princesa y el Guerrero, a quien el amor podría redimir de sus pecados y que siempre está al borde del precipicio. Digno de compasión.
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