Esta película no cuenta nada que no sepamos o intuyamos ya, pero al verbalizarlo, o al ponerlo en imágenes, lejos de consolarnos (más allá de que la gran pantalla siempre tiene un efecto analgésico), nos confirma en nuestro triste materialismo filosófico.
Para mí, quizá es la mejor película de Ruben Östlund hasta la fecha. Dicho esto, añado que Buñuel ya la hizo antes, y con más talento.
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