
LA PARTÍCULA DE DIOS (THE BIG BANG) tiene la desvergüenza y falta de sentido del ridículo de LAS AVENTURAS DE FORDFERLAINE, EL DETECTIVE ROCKERO y encara su trama clásica de detective privado en un lío que le viene grande con la originalidad inesperada de un relato de género negro escrito por Stephen Hawking.
Como dice el eslogan promocional de la peli, "la búsqueda de una stripper desaparecida termina en el origen del universo", por lo que la historia, que comienza con un tono a lo SIN CITY se va calando de otro descaradamente astrofísico (y por tanto, metafísico), casi sin profundidad ni pose, como si de un cómic de Alejandro Jodorowsky se tratara, avanzando sin complejos hacia el disparate, con originalidad, interés y acierto. El personaje y entorno de Sam Elliott casi hace asomar un tono de parodia entre MACHETE KILLS (IN SPACE) y un mal capítulo de PERDIDOS, pero el conjunto, aunque imperfecto, se salva por su simpatía y arrogante personalidad. Una descarada serie B que hay que ver con los ojos que leen una ficción pulp sin pretensiones pero con un curioso interés.
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