Este domingo pasado asistí en el Teatro Bellas Artes de Madrid a la representación de Julio César, adaptación reducida de la obra de Shakespeare, por parte de Paco Azorín, e interpretada entre otros, por Mario Gas, Tristán Ulloa y José Luís Alcobendas. Muy conseguida la escenografía, minimalista y apoyada en un audiovisual que enfatizaba el dramatismo y la épica, muy cercano al lenguaje del videoarte. Nada más sentarte, antes de que comience el espectáculo, una cortinilla contínua con los nombres de todos los emperadores del Imperio Romano te va metiendo en situación.. Después, la presencia rotunda de unos políticos antiguos, que gracias a sus vestimentas paramilitares modernas combinadas con togas, nos parecen los de ahora, los de siempre. En la obra del bardo está todo. Su reflexión sobre el poder, los líderes y sus acólitos. Mario Gas representa la dureza y a la vez, la vulnerabilidad del tirano. Tristán Ulloa, actor muy sólido, muestra las dudas morales de aquel que quiere revertir la situación drásticamente, pero que lo hace con el sentimiento de culpabilidad del que ha sido íntimo amigo del líder. Y José Luís Alcobendas, que representa al soldado de una pieza, implacable. Hay que destacar también el papel de Sergio Peris-Mencheta, que hace de Marco Antonio, el más emocional, sincero y leal de los generales de César, que desea darle una explicación franca y real a las masas, al pueblo. Obra que hace reflexionar sobre las motivaciones y consecuencias de los cambios sociales, de las revoluciones sangrientas. ¿Es preferible una revolución que cambie el sistema y devuelva el poder al pueblo a costa de empezar una larga y cruel guerra? ¿Es mejor un líder compasivo, un tirano amable que comparta algo de su poder con el pueblo aunque siga éste sin poder decidir su destino? Estas y otras consideraciones se me presentaron mientras veía la obra. En realidad, me quedé con ganas de más. La labor de concreción es admirable, pero eché de menos más recreación en la palabra, que es la verdadera fuerza del texto teatral clásico. Como obra total, la ví llena de rotundidad y épica, las imágenes y el sonido electrónicos acompañaron la interpretación, los rótulos la convertían en un acto cinematográfico : ROMA-AMOR
Blog de películas, en una época en la que ya nadie lee blogs y donde no se sabe si el cine se seguirá proyectando en salas o sólo en plataformas, tabletas y teléfonos móviles.
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