En este nuevo mundo en fase de reorganización, donde los estados occidentales quieren intervenir en la guerra fría de Oriente Medio, quitando a presuntos dictadores para poner gobiernos títeres islamistas y así frenar el poder de Irán en la zona, en un patético intento de seguir influyendo y controlando esa zona del mundo, cuando el planeta camina ya al paso que le marca China, y las masas desencantadas intentan derribar gobiernos autoritarios..En un tiempo en el que caen las máscaras, y los tornados se ríen del hombre, y vuelve el ansia de tener un dios al lado, regresan con fuerza las iglesias y los fanatismos, más me doy cuenta de que no hay nada escrito, y como en la serie Homeland, sólo el Amor (por muy obsesivo y destructivo que sea éste) y el sentido del deber, usado incluso contra tus propios gobernantes corruptos y criminales, puede hacer que lo justo prevalezca. La oración hebrea por los muertos que el improvisado agente-rabino recita en los escombros de la CIA, mientras la heroína se despide de su amante patriota-terrorista, elevan el último episodio de esta serie a los anales de la ficción no tan imaginativa, pues, ¿quién es el verdadero terrorista hoy en día sino el que es incapaz de amar a los otros? A veces, son las personas, y otras, los estados. Homeland desestabiliza, porque mientras todo cae a nuestro alrededor, y no hay buenos ni malos que merezcan el clásico apelativo, sólo la confianza personal importa. Episodios que han rozado el absurdo y el ridículo, pero que en el último momento, han regresado a la esencia de su mensaje triunfante : la empatía, conocer al otro hasta conseguir quererle.
(You are my homeland)
(You are my homeland)
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