GIALLO, del italiano Darío Argento es un film tan trasnochado como elegante formalmente y entretenido, ideal para los fans y los detractores de Elsa Pataky, que pasa casi todo el metraje atada, ensangrentada y torturada. Sus escenas me recuerdan al concurso reality de la MTV Scream Queen, donde actrices amateurs compiten por un papel en la enésima entrega de SAW, interpretando desmesuradas escenas de terror de considerable psicotronía.
Es lo mejor de la breve cinta, junto a la planificación de las secuencias (casi sin dialogos) de crímenes y persecución, calmadas y subrayadas por una destacable banda sonora orquestal, como un primer Brian de Palma aficionado y fresco, y la credibilidad de Adrien Brody, que poco a poco va creciendo en interés con un personaje poco lucido en una historia muy flojita pero al que sabe dotar de su característica vulnerabilidad, y casi cierra el film protagonizando un plano final hermoso. Conseguir eso en una peli olvidable como esta, pese a estar dirigida por el maestro fundador del género que da nombre al film, acompañado además por la siempre sosa Emmanuelle Seigner es todo un logro.
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