
La historia de amor entre músicos de ONCE puede no parecer especial, como la de los viajeros perdidos de MONSTERS, pero si bien en esta última la escena final del film nos atrapa y deslumbra con su romanticismo alienígena y cinematográficamente poético, en ONCE la intensidad de las canciones y los sentimientos que evocan son los que seducen, en unas escenas curradas como un video musical indie permanente y agradable, que no apetece que termine.
En ambas pelis, tal vez una de las claves sea el trasladar la química de una pareja real a los personajes que encarnan, y que eso se filtre al espectador sin traicionar lo que se cuenta, al contrario, potenciándolo.

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