
NO CONTROLES también es un ejercicio de nostalgia, dentro de esta nueva ola de revivals de música, películas y modas que traen consigo treintañeros largos, casi cuarentones. Es una cinta, en mi opinión, poco ambiciosa, imperfecta, que no busca la redondez, y a la par, menos graciosa que Pagafantas, el prometedor debut de Borja Cobeaga. Falla cuando pretende ser comedia alocada, y gana cuando se decide por el drama o la tragicomedia. El personaje que tan bien interpreta el Muchachada Julián López (un cómico que llegará lejos), al final, queda como comparsa, cuando da para más, pues esta caterva de perdedores treintañeros, que ni vienen ni van, compuesta por unos, atrapados en su pasado de escuela o instituto, otros que buscan amistades imposibles y desesperadas en cruceros en Punta Cana, tienen más de trágicos que otra cosa. A Unax Ugalde no se le ve suelto en los arlides de la parodia, su personaje encorsetado se crece en las escenas de lágrima, y Alexandra Jiménez, correcta como siempre en sus papeles de buena chica, demuestra que tiene potencial como actríz.
Debo decir, que en este tipo de comedias generacionales de perdedores, me quedo con las americanas, como Jacuzzi al pasado, o las de Kevin Smith, etc.., pues éstas consiguen generalmente cerrar bien las historias con guiones sólidos, donde se mezclan en su justa medida, dósis de risas alocadas y tragicomedia más o menos profunda. Los personajes de No Controles daban para mucho más, pues sus actores son solventes, y con un mejor montaje, podría haberse mostrado matices emocionales que se pierden, en pos de un acabado rápido de comedieta ligera sin pretensiones.
Ya lo han dicho grandes actores y cineastas, es bastante más difícil hacer una buena comedia que un drama. Maestros como Billy Wilder ó Charles Chaplin demostraron que el mejor análisis del ser humano, sus miserias y grandezas, e incluso la crítica política, se encuentra en este género artístico, tantas veces denostado, y tan complicado de realizar.
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