

Ayer me decía un amigo que los frikis de ahora serán los intelectuales del futuro, si es que no lo son ya. Su mundo, más acorde con la actualidad de internet y videojuegos, conciertos de myspace, chats, sms, tuentis, facebooks, y otakus supera al fosilizado arte y ensayo, al cine de autor clásico para renovarlo dentro de los cánones del cómic, o mejor dicho, del graphic book, pues no es lo mismo.
Pero a mí esto me pilla un poco mayor, aunque no lo suficiente para no recordar a los antepasados, desde el Club de los 5 o Todo en un día hasta las pelis de Kevin Smith, e incluso "Olvídate de mí", gran obra de amores con chica con el pelo teñido de color chillón.
SCOTT PILGRIM VS. EL MUNDO es una película muy entretenida, divertida, dinámica, que me recuerda mucho (en la forma) a Parker Lewis nunca pierde, serie visionaria en la estética y el montaje de lo que sería más adelante el trasvase del histrionismo del dibujo animado a la imágen real.
También está aquí muy presente el mundo del rock alternativo. No es gratuito que la batería del grupo de Scott se llame Kim, como la bajista de Sonic Youth, o que aparezca por ahí un cartel de Mogwai. O Ramona!, como The Ramones.
Pero yo, personalmente, me quedaría con la chinita cuya coreografía jugando a los videojuegos virtuales me encanta. La chica difícil del pelo de color chillón es más de mi generación, como quizá sea el guionista de esta cinta, y qué carajo, hay que dejar que pase la gente más joven que llega después de nosotros.
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