
No sé qué es lo que quiero. Si ver una superproducción hollywoodiense con un héroe español del siglo de Oro, épica y romántica, o ver una peli europea densa y fiel al personaje histórico. Me encuentro con Lope (LOUP para los americanos), una mezcla que no parece ni americana ni española, y eso me gusta, hay un director brasileiro detrás, Andreucha Washington, y unos personajes femeninos fuertes, qué grandes las dos, la Ayala y la Watling (mi predilección de fan loco por ésta última es infinito, por eso no soy imparcial y me decanto por su adorable personaje de Isabel, cómo me la creo, esta vez, cuando había tirado la toalla con esta actríz)De la Ayala no digo nada, porque siempre está bien, es una actríz tan buena que no se nota que actúa, pues su presencia da el papel, como las actrices de antes). La Watling es otra cosa, pura víscera, o te la crees o no te la crees, es la más mediterránea de las nuevas actrices que conozco, a pesar de su mezcla anglosajona, sus eternas ojeras llenan la pantalla y sólo puedes amarla. Alberto Amman es este Lope, lo hace muy bien en una película que entretiene, aunque se desinfle en su tramo final, que refleja muy bien el teatro y los mecenas de la época, la poesía de Loup genialmente reflejada en imágenes, no sé si influida, pero sí que recuerda a Cyrano de Bergerac, la mejor adaptación al cine del verso, de la poesía clásica que recuerdo.
Su problema es que cuando quiere darle una épica romántica hollywoodiense es cuando se deshincha el sueño. Gana cuando describe de forma realista la sociedad y la miseria polvorienta de la época, por eso, cuando se quiere poner fantástica pierde, porque no es ni será Shakespeare in love, no tiene ese glamour, esa riqueza y ligereza de la peli del bardo inglés. España era fea, gris, pobre, pícara, y quizá un poco de falsedad llena de oropeles le habría venido bien a Loup.
Comentarios