
Tengo que confesar que no acabé de ver "El retrato de Dorian Grey". Sé que esto no está bien si quieres hacer la crítica de una película, y no voy a justificarme con el rollo de la falta de tiempo o de interés.
No fue una obligación verla, pero es que tampoco aportaba nada. Destaco, eso sí, el resurgimiento de la productora británica Ealing, y que este producto conserva el espíritu de aquellas cintas de serie B de los 60, muchas superficiales y entretenidas, y poco más.
Lo mejor para mí, el papel y la interpretación de ese gran actor Colin Firth, cuyo Mefistófeles, ese amigo cínico y malvado que lo introduce en el vicio, es el único personaje que no se olvida inmediatamente.
Un consejo: Vuelvan a la novela de Oscar Wilde y a las versiones antiguas sin chroma-key.
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