
Hace años, cuando se estrenaron con poco tiempo de diferencia la ya clásica GLADIATOR y la entretenida EL PATRIOTA, disfruté más en el cine con la segunda que con la primera, siendo la de Russel Crowe muy superior en cualquier aspecto, pero del todo deprimente, ya que en aquel caudillo romano de Hispania la idea constante del suicidio era evidente, mientras que en el film protagonizado por Mel gibson, su acostumbrado héroe sufridor afrontaba sus tragedias con un dramatismo casi hilarante y palomitero, casi como cuando matan a una hija de Steven Seagal en pantalla y ya sabes lo que les va a pasar a los malos.
En la historia de Eli, el planeta sufrió una catástrofe con semejanzas a las plasmadas en las viñetas del cómic SÓLO UN PEREGRINO, con un protagonista igualmente religioso e iluminado, pero con un tinte más sicópata y fanático en las novelas gráficas. En MENSAJERO DEL FUTURO, el villano que interpretó Will Patton era un mediocre vendedor de fotocopiadoras elevado al nivel de comandante en jefe de un ejército que seguía sus dictados, inspirados en un vulgar libro de autoayuda que tomada como guía moral de su nueva sociedad. No se necesita en aquella fábula de infundir trascendencia en el relato con textos sagrados y respetables misticismos. Al falso cartero que encarnó Kevin Costner le bastaba en principio con simular la existencia de un resurrecto servicio nacional de correos para infundir una inesperada esperanza en la gente. Y la esperanza bajo la imagen del héroe de western que cambia las cosas es el tema principal también de EL LIBRO DE ELI (al igual que en RAICES PROFUNDAS, EL JINETE PÁLIDO, MAD MAX II y tantos films de acción), mucho más conseguido en la mayor parte de su metraje cuando es sencillamente una peli de espectacular violencia sangrienta y vistosa, contundente y con un reparto que le aporta carácter y empaque, que cuando se relaja en un desenlace no del todo decepcionante pero algo relajado
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