
La tercera temporada de TORCHWOOD, CHILDREN OF EARTH, es una trepidante miniserie que pisa el acelerador y lanza a sus protagonistas ( a los supervivientes de las muertes que sufrió el equipo al final de la temporada anterior) a situaciones extremas que se me antojan más semejantes en su narración a las del agente Jack Bauer en 24, con la que pueden encontrarse algunas coincidencias relativas aunque bien adaptadas al contexto de la miniserie británica. A saber, el factor tiempo: cada uno de los 5 capítulos equivale a un día completo de la trama, concebidos para emitirse a lo largo de 5 días correlativos de una misma semana.
También está el tono de thriller desbocado, con agencias gubernamentales corruptas y despiadadas, la ciudad de Cardiff (y Londres) sacudida literalmente y la presencia de un responsable político (y su punto de vista, donde no falta un primer ministro de comportamiento discutible) en gran parte del metraje, en el que TORCHWOOD pasará a la clandestinidad e incorporará a alguien nuevo a sus filas de colaboradores.
Además está la inclusión de familiares (a los que no conocíamos en su mayoría) de los protagonistas plenamente inmersos en la crisis, y un pasado misterioso que vuelve para golpearles con sus consecuencias.
La otra gran influencia en la historia, más discutible si se quiere, es a mi parecer la de EXPEDIENTE X, además de por el tono conspiranoico lo es por crear y mantener magistralmente una gran expectación y rodear de tensión el contacto con extraños alienígenas abductores en una ficción a la que acuden con frecuencia extraterrestres pintorescos. Porque, al igual que en BUFFY se sabía dar vida a un Apocalipsis continuo como si siempre fuera el primero y único, aquí el bueno de Ianto afirma en un momento dado que “..el mundo siempre se está acabando”.
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