



Por fín, conseguí ver la tan ansiadamente buscada película de Iván Zulueta "Arrebato". Ahora que se cumplen 3 meses de su desaparición, y que la Academia del Cine va a hacerle un merecido homenaje, veo necesaria su revalorización como creador.
Esta película me parece muy moderna, muy reciente, muy actual, a pesar de su contexto en el Madrid de la Movida, porque refleja muy bien la adicción al cine y a la imagen. Ver en el film los rollos de super-8, las cintas de cassette, los proyectores, y gente que no se pone los cinturones de seguridad en los coches y que está todo el rato fumando y follando en áticos destartalados del centro de Madrid, me hace retrotraerme a una época que no está lejos pero que ya no existe, por desgracia. Se nota una relación mucho más física, orgánica, con el medio cinematográfico, con el arte de crear. Ese ambiente enfermizo e insano, nihilista pero a la vez pasional, con muchos momentos brillantes e incluso costumbristas, ese papel impagable de la tía del chico raro que filma en la casa de campo y sus diálogos absurdos pero muy creíbles. Y ver a Marta Fernández Muro tan jóven y pizpireta, yo que era un niño cuando la descubrí en Cajón Desastre, en aquella telecomedia a la americana que hacía con Ángel de Andrés López. Es el mismo mundo, la misma España de Garci de "Sesión Contínua", pero menos progreburguesa, mucho más punk.
Recuerdo "Martín H" y los personajes de Eusebio Poncela y Cecilia Roth, que parecen los mismos de Arrebato, pero mayores y más desfasados. Y descubrir un clásico, ya que muchos autores y actores han bebido de esta película, y donde cualquiera que se haya sentido alguna vez "arrebatado" por la imagen, el cromo, la viñeta, las nubes, el sol, una ventana abierta y gente que pasa por debajo, podrá volver a sentirse niño.
**Qué experiencia esa secuencia de Eusebio Poncela conduciendo por la Gran Vía mientras observa los carteles del estreno del momento : Supermán en uno de esos cines que actualmente se han reconvertido en teatros para grandes musicales.
Arrebato como protocine, experiencia en bruto de un amante de la creación y de un habitante del Madrid castimoderno que en estos tiempos gallardonianos de parque temático, da su última bocanada.
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