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HOMBRE LOBO EN LONDRES

EL HOMBRE LOBO presenta un aspecto impecable, una ambientación verista, estética y sumamente espectacular. Su Londres victoriano es hermano (si bien cronológicamente algo posterior, dado el estado de su famoso puente) del presentado en la también muy entretenida SHERLOCK HOLMES, de reciente estreno y pronta reseña aparecida hace poco en este blog. El tono de la historia se me antoja cercano a un cruce de las más pretenciosas (a la par que influyentes y posiblemente conseguidas) DRACULA DE BRAM STOKER y ENTREVISTA CON EL VAMPIRO - ambas marcaron el cine vampírico-gótico americano desde principios de los años 90 -, con felices hallazgos de gore necesario y efectista, un uso mesurado de la animación digital (que parece imitar en los instantes de la transformación de hombre a bestia las técnicas de prótesis hidráulicas que la propia factoría de efectos visuales de Rick Baker - responsable del maquillaje de este film - empleó de forma innovadora en UN HOMBRE LOBO AMERICANO EN LONDRES en los albores de los años 80) y un buen ritmo narrativo repleto de atractivos y clasicismo de género.
Pese a lo seductor de su propuesta y a las meritorias presencias de su acertado reparto no está exenta de bordear muy levemente la línea de la ingenuidad (o un feliz ridículo) que casi toda película de hombres lobo (por buena que sea) se atreve a cruzar en algún momento. Por ejemplo en la, por otra parte lograda, escena de la lucha entre licántropos (¡¡ pelea de peluches!!) .
Pero en justicia recordemos también el efecto que causaban aquellas orejas de ardilla en los estupendos hombres lobo de la ya clásica AULLIDOS, que les daba un aire tierno de gatetes a tan sanguinarios depredadores, o el aire de simio bobo de Michael J. Fox en la cómica TEEN WOLF, y el ya desfasado aspecto que lucían Lon Chaney Jr. y Paúl Naschy en sus producciones, efectivo para su época pero que necesitó de un revulsivo durante décadas antes de recuperar su entidad (menos terrorífica) en el discreto maquillaje de Jack Nicholson en LOBO y el actual de Benicio del Toro, que pule su look para alcanzar el equilibrio entre las primeras imágenes del clásico lobo humano de la Universal y sus posteriores reencarnaciones de los 80 en disfraz animatrónico de films capitales del género como los mencionados, pero distanciándose de posmodernas visiones más de dibujitos -como las de LUNA NUEVA o UNDERWORLD, algo mejor - más propias de otros géneros.
Seguramente sus ribetes de melodrama trágico familiar de novela romántica, con un despiadado Anthony Hopkins son los que me evocan el recuerdo del cómic LOBEZNO: ORIGEN, con el que se puede buscar algún leve punto en común. Hubiera deseado un mayor lucimiento en la acción de personajes secundarios como el guerrero Sigh o la cuadrilla de policías londinenses que persiguen al protagonista, pero la historia deja una coherente puerta abierta para quien tenga ganas de más.

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