El cine-espectáculo-industria, más de 100 años después de aquel tren que se dirigía hacia la pantalla, sigue muy vivo. Ahora toca este salto tecnológico, en el que ya se puede casi tocar lo que sale en la sábana blanca. Es algo viejo y nuevo a la vez. Ha sido visto mil veces, soñado e intuido. Antes eran las gafas de cartón verdirrojas, ahora gafas de pasta oscuras por 3 euros más de media que una entrada de cine "normal". La gente aplaude al final de la película, y uno ha sentido vértigo o creía que era el personaje. Es algo nuevo, desconocido, y quizá hasta peligroso. En malas manos, podrían hacerte consumir determinada marca. O no, ¿quién sabe?.
Cameron nos vende una fábula ecologista, simple y efectista-efectiva, de contenido irreprochable. Pero el envoltorio, la forma es la misma, negocio y dinero. Para mi gusto hay demasiada guerra, y el argumento, visto una segunda vez, no resiste más lecturas. Sólo he pensado en las posibilidades creativas del medio : igual que en esta encontramos estéticas de metal hurlant y moebius, o de aquellas revistas de los 80 como 1984, cimoc, zona 84, etc.., no quiero ni imaginarme cómo se podrían mostrar todos aquellos mundos íntimos, fantásticos, imaginarios, oníricos, no sólo de los sueños, sino de las pinturas de Giotto, o de la metafísica de Borges. Mundos al revés que también están en el nuestro.
Destacaría la credibilidad de ese tiempo futuro del 2154, con guerras en Venezuela y Nigeria, con el planeta devastado y desértico, y con compañías privadas en vez de países. Como suele hacer el cine de ciencia-ficción, y la literatura del mismo género, esos mundos alternativos son sólo metáforas de este tiempo nuestro. No he visto el videojuego Avatar, pero comprendo que el universo consola se ha convertido en un vaso comunicante hacia otros medios audiovisuales. Es inspirador el combate entre máquinas y criaturas de animalarios casi medievales: helicópteros contra dragones, plantas luminiscentes, planeta Gaia y la memoria de los pueblos, codificada en un gran árbol-madre. Quizá esa tribu no se libra de la visión tópica del buen salvaje, presente en nuestra cultura desde la Ilustración. Como buenos post-nihilistas, ahora la plaga somos nosotros, toda esta tecnología y ciencia al servicio de la barbarie economicista.
¿Hacia dónde va nuestra especie?
De nada sirve decir que todo está comunicado cuando al final, quedarán las cifras de recaudación de esta película. Pero ojo, yo también la he visto....
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