


En sus nuevas correrías, Frank Martin vuelve a Europa (tras el periplo americano de TRANSPORTER 2 , la más dinámica de la saga) a recorrer el viejo continente a toda mecha y repartir estopa, esta vez más consciente de sus componentes icónicos de héroe de acción consagrado. Quizás por esto o por la falta de chispa en personajes y diálogos (solo salvaría por su carisma al poli gabacho compinche del mercenario en toda la trilogía), esta es la más floja de toda la saga, que pierde fuelle como ya le ocurrió a la tercera entrega de TAXI, saga cómica de acción y persecuciones de la que Transporter es digna sucesora a mis ojos. Todos los films de Transporter pueden resumirse en apenas una premisa, pero la frescura inicial aquí empieza a desgastarse, aunque continue entreteniendo como un efectivo ejercicio de acción coordinado y dirigido por Corey Yuen y Olivier Megaton (gran nombre para un realizador de cine explosivo).
Destacar la presencia de Jeroen Krabbe como Ministro Ucraniano en esta nueva entrega de un cine de acción europeo (francés, el italiano es - o era- otra cosa)
que volvió hace más o menos una década con fuerza gracias a la iniciativa de Luc Besson y una nueva hornada de estrellas internacionales como Jean Reno, tan versátiles en lo dramático como diligentes en lo espectacularmente banal, como ya lo fuera mi admirado Jean Paul Belmondo en sus producciones de los 70 y 80.
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