
Mientras transcurría la proyección de REVOLVER pensaba que quizás me estaba gustando más que ROCKNROLLA por mi falta absoluta de expectativas o porque me había colado un colega en el cine, pero a partir de un punto - sin retorno - en la peli protagonizada por Jason Statham, en el que los clásicos personajes del cine de gánsters - el asesino con corazón, el timador timado, el capo del casino - (hábilmente empleados con pulso y concreción) dejan paso a una experiencia cinematográfica extraña similar a un trance hipnótico, un viaje interior surrealista seguramente demasiado largo y reiterativo pero igualmente envolvente y efectivo, me quedó claro que la estaba disfrutando en mayor medida que la peli más reciente de G. Ritchie (REVOLVER es de 2.005, ROCKNROLLA de 2.008) por su osadía y capacidad de riesgo.
Es como si Quentin Tarantino escribiera una historia para que la dirigiera David Lynch y consiguiera que no chirriara ( o no demasiado).
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