
Allá donde ni Lynch ni Cronemberg han llegado todavía, ni el primero trascendiendo el satanismo implícito del hollywood clásico, ni el segundo, la espiritualidad de la Nueva Carne, nos encontramos con un maestro viviente del terror, John Carpenter, más cercano a Argento y a la estética del Necronomicón (con su aventajado alumno Stewart Gordon), proponiéndonos la búsqueda imposible de la cinta de horror absoluto, el snuff angélico, que redondeando el terror japo ultrafísico donde una cinta de vhs te mata o te vuelve loco, ó un teléfono móvil te anticipa tu muerte, o un periódico te relata tu funesto destino, así una cinta de culto, perdida y maldita, sólo vista en Sitges en los ochenta, puede convertirte en un psicópata, ó puede sacarte todos tus demonios interiores.
No basta ya con asesinar delante de la cámara a personas, ahora se buscan seres divinos para asesinar el alma.
Aquellos que buscan de forma obsesiva la Verdad Última reflejada en una película, huyendo de la falsedad del cine hollywodiense, sacrificando su cordura y su propia vida, sus tripas literalmente, fábula metalingüística, homenaje a toda esa fauna fanática de cine-clubs, festivales de cine y buscadores de rarezas que le dan algo de sentido a los que aman las películas.
Reseña de este mismo episodio de la serie Masters of Horrors, por Eiyel Jasel.
Comentarios