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THANK YOU FOR SMOKING, Una Crítica de Smufo




En el año 2005 pasó por nuestras pantallas de cine, sin pena ni gloria, una película sobre el tabaco: "Thank you for smoking" (gracias por fumar), dirigida por Jason Reitman. Recuerdo haberla visto anunciada en esas pantallas de televisión publicitarias con las que el Metro de Madrid nos martiriza, el mismo Metro cuyos andenes, escaleras y pasillos apestaron a humazo de cigarrillos hasta noviembre de 2004. Un día, hace unos meses, alquilé "Gracias por fumar" en DVD. Me pareció que contaba con buenos actores y que tenía una estructura narrativa bien montada. Leí que estaba basada en una novela, y mi curiosidad me hizo tirar del hilo y, finalmente, hacerme con ella. Ayer terminé de leerla. La escribió un norteamaricano, Christopher Buckley, en 1994. Diez años antes de que aquí, en España, el Metro de Madrid se decidiera a hacer cumplir la ley (desde 1987 estaba "prohibido" fumar en su red de transporte). Doce antes de que en España se reconociera, de forma real y efectiva, el derecho de los trabajadores (excepto los de hostelería) a no ser envenenados con humo de tabaco en los puestos de trabajo. Y once años antes de que, con motivo del famoso Anteproyecto de Ley del Ministerio de Sanidad de Elena Salgado, se desatase una guerra mediática en España para derribar esa ley antes de que naciera. De modo que, en la novela de Buckley, ya se dibujaban los elementos de un fenómeno que tardaría una década en llegar a nuestro país. En esa guerra mediática que se desató en España para desprestigiar y tratar de abortar la Ley del Tabaco (como ya sucedió en el 2002), llevó la voz cantante un lobby como ése que Buckley nos retrata en su libro, un grupo de presión experto en comunicación y en relaciones con la prensa que fue la niña bonita de las cadenas de televisión, emisoras de radio y periódicos. Muy buenas conexiones deberían de tener, para conseguir siempre esa publicidad gratis y ese trato de favor en los medios de comunicación. Utilizando ese acceso privilegiado a dichos medios, el lobby se dedicaba a la desinformación masiva; a promover verdades a medias, fantasías, mentiras edulcoradas, echar balones fuera, y generar una serie de "grandes frases" publicitarias que una legión de periodistas tabaqueros se dedicaron a repetir machaconamente. Si se prohibe fumar en las empresas, eso va a crear un sinfín de conflictos. El tabaco es un producto legal y por lo tanto hay que dejarlo en paz. Si el tabaco es tan malo, pues que lo prohiban. Más contaminan los coches. Esto es una ola de puritanismo de la salud que quien sabe dónde nos va a llevar. El Estado es el culpable de todo, no tenía que regular nada, coarta la libertad de los ciudadanos al regular el tabaco. Etc.He estado echando un vistazo rápido, por medio del google, a algunas reseñas a esta película. Me ha hecho mucha gracia descubrir que los "críticos" que el azar me deparó han elegido dar una visión distorsionada de la historia. No sé si la razón de este desatino estriba en que han sido seducidos - y convencidos- por el lobby tabaquero para que su comentario sea parcial y sesgado, o si lo hacen de manera espontánea, influídos por sus niveles altos de nicotina en sangre que, como ya se sabe, conduce muy frecuentemente a la paranoia y el síndrome de Estocolmo en muchos fumadores. He aquí una de esas perlas:"Nick Naylor, portavoz jefe de las grandes tabaqueras, se gana la vida defendiendo los derechos de los fumadores y los fabricantes de tabaco en la cultura neopuritana tan en boga hoy en día. Enfrentándose a los fanáticos de la salud que desean prohibir el tabaco."Y otra:"el caso es que "Gracias por fumar" demuestra, poco a poco, que Nick es todo lo contrario, un tipo con un gran sentido moral. Lo que pasa es que él cree que la gente debería tener la libertad individual de elegir, en lugar de seguir el sendero de las prohibiciones gubernamentales"Se nota a la legua que no han visto la película; desde luego no se han leído la novela. Y si lo han hecho, es sorprendente lo poco que se han enterado de la historia.Nick Naylor es el protagonista, un encantador y atractivo ejecutivo de cuarenta años, con grandes habilidades comunicativas e ingenio, que trabaja en Washington D.C. como portavoz del "Academy of Tobacco Studies" (Academia de Estudios del Tabaco), una especie de Fundación que se ha inventado la industria tabaquera para -supuestamente- hacer investigación "científica" relacionada con su producto y, sobre todo, tener presencia constante en los medios de comunicación para defender y promover sus puntos de vista. También se dedica a establecer buenos contactos con políticos "afines" y a recopilar información como podría hacer cualquier servicio de inteligencia de un Estado. Para eso está Gómez, el “espía” a sueldo de la “Academy”. Parte de su trabajo consiste en averiguar todo sobre los enemigos de la industria, desde sus deudas hasta qué resultado obtuvieron en el último análisis de orina. Uno de estos enemigos es Lorne Lutch, que les está dando más de un quebradero de cabeza al aparecer en los medios de comunicación tratando de convencer a los niños que no empiecen a fumar. Lo malo es que Lorne fue el vaquero recio y viril de los anuncios de la marca "Tumbleweed", ahora aquejado de un cáncer de pulmón y con los días contados. A Nick le encargan una misión delicada: ir en persona al rancho de Lorne, con un maletín lleno de billetes por un valor de medio millón de dólares, para convencerlo de que guarde silencio. Otra misión especial consiste en ir al hotel de Nueva York en el que se hospeda la ex primera ministra británica (una imaginaria "Lady Bent") y convencerla de que, ya que acepta dinero de la industria y viaja en el jet privado que le proporciona ésta, comience de una vez a hablar de manera positiva en público sobre los cigarrillos. También viaja Nick a Hollywood, con un ambicioso plan en su agenda, pagar la cantidad astrónomica que haga falta para que el "product placement" comience a funcionar a pleno rendimiento para la industria que él representa. El acuerdo al que llega en Hollywood se concreta en una superproducción de ciencia-ficción, titulada "Mensaje desde el sector seis", en el que la pareja protagonista –dos estrellas super famosas - aparecerá fumando durante toda la película.Nick es un maestro del "spin", lo que significa literalmente "giro", y en este contexto de las relaciones públicas hay que entenderlo como el arte de dar un giro interesado a la información, o sea, manipularla hasta desfigurarla, hacerla irreconocible y ponerla a trabajar para los intereses que hagan falta (en este caso los de la industria del tabaco). Nick utiliza todos los recursos que hemos visto aquí en España, como la negación de la realidad ("no hay relación probada entre tabaco y cáncer"), la evasión, y el ataque-dispersión (en la novela intenta, con éxito, desviar la atención, al alegar que "lo que sí está probado científicamente" es que el gran asesino es el colesterol, y que el queso (chedar) es el gran responsable de que los norteamericanos tengan las arterias obstruídas; ahí sí que habría que fijarse, y no en el tabaco).Nick se reune en días fijos para almorzar, siempre en el mismo restaurante, con sus dos amigos, Polly y Bobby Jay. Ambos hacen lo mismo que Nick, pero una a favor de la industria del alcohol, y el otro a favor de las armas de fuego. Se llaman a sí mismos "The MOD Squad" ("Merchants Of Death"; el escuadrón de los mercaderes de la muerte). En sus reuniones intercambian puntos de vista sobre sus trabajos y, sobre todo, se relajan y se permiten ser ellos mismos. En la película retratan bien estos almuerzos y a estos personajes. Naturalmente disponen de más tiempo en la novela que en la película, lo cual se puede comprender. Lo que no tiene justificación es cómo en la película han decidido reinventar la historia. Por ejemplo, en las pantallas vemos que el hijo de Nick, un chaval de doce años, juega un papel central en la conciencia de su padre. En la novela, nunca aparece el niño. Sólo se le menciona, y no más de un par de veces, muy de pasada. Parece como si en la película quisieran darle un toque familiar a lo Walt Disney, que no tiene nada que ver, repito, con el libro.La historia empieza a ganar impulso cuando sucede algo inesperado: Nick es secuestrado por un grupo misterioso; lo intentan matar cubriéndolo de parches de nicotina, y casi lo consiguen. Su corazón sufre tal sobrecarga que casi se le colapsa. Un efecto secundario de este atentado es que Nick ya no podrá tolerar la nicotina: si quiere seguir vivo tendrá que dejar de fumar. Es curioso que en la película Nick se nos presenta como un ex fumador, y este hecho (que su cuerpo ya "conocía" la nicotina) probablemente ha impedido que la sobredosis de nicotina lo mate. En la novela, Nick fuma, y lo tiene que dejar a partir del incidente. En la película no queda muy claro quien ha perpetrado el atentado; dejan en el aire que ha podido ser un grupo independiente de fanáticos no-fumadores o “gaspers” (cosa que Nick explota en los medios de comunicación, para beneficiar a su industria), o que tal vez el senador Finisterre pueda estar detrás (otro "neo-puritano", como se le describe, que en la historia es el personaje que juega el papel de némesis de la industria, y que consigue aprobar una ley que obligará a poner una calavera y un par de tibias cruzadas en los paquetes de tabaco, como si se tratara de veneno para ratas).En la novela lo del atentado es algo fundamental, y a partir de ese incidente, la acción se precipita de manera vertiginosa. El atentado lo planeó su jefe, un tal BR, que buscaba quitarse de un medio a un competidor en la empresa y poner en su lugar a su amante, la sexy y ambiciosa Janette. Como Nick consigue escapar con vida, pasan al plan B, que consiste en plantar pruebas falsas que impliquen a Nick en su "auto-secuestro". Si consiguen lo que se proponen, Nick terminará en la cárcel, y su carrera acabada. Me pregunto por qué han suprimido lo más interesante, desde el punto de vista de la acción. De hecho, una crítica que leí decía que " Por muy atrayente que pueda ser el mensaje de la película, ésta no deja de ser una película, y de ella se espera que tenga una mínima componente narrativa. Vamos, que pase algo."En la historia original, en la novela, pasa ese algo que echa de menos el crítico. De hecho, pasan muchas cosas. Pero eligieron precindir de ellas. Me pregunto por qué. Tal vez había demasiados elementos que eran políticamente incorrectos, que iban a molestar a demasiada gente. Como que BR planeó eliminar a una serie de fumadores aquejados de cáncer y que estaban demandando a la industria. De esto Nick se entera sólo al final, lo mismo que el gran jefe, un personaje firme y entrañable al que llaman "El Capitán". O que Nick se acuesta con la periodista que sale en la película, pero también con Jannette, al mismo tiempo que va notando inclinación hacia su amiga Polly. La sal y la pimienta de la novela la han sustituído por una historia cinematográfica blandorra con tintes familiares para consumo del gran público. Es curioso que al final de la película vemos al senador Finisterre en una entrevista en la televisión. Al buen hombre se la ha ido la pinza y proclama su plan de alterar digitalmente las películas del cine negro americano para que, por ejemplo, Humphrey Bogart o John Wayne, en lugar de salir con un cigarrillo, aparezcan ahora con inofensivas piruletas. En la novela esta escena no existe, el senador Finisterre no nos aparece como un tipo ridículo y puritano hasta la risa, como la película nos lo muestra. De modo que la película no es sólo una adaptación de la novela. Es una manipulación, una reinvención. Le han quitado partes importantes, se han inventado otras, le han cambiado el sentido. La película, una vez leída la novela, me parece deplorable. Es como si hubieran comprado los derechos de la adaptación cinematográfica sólo para asegurarse de que la historia, tal y como la concibió el autor, no llegara al gran público. Mi consejo es que prescindan del producto manipulado y vayan al original, que tiene mucha más sustancia y calidad.Uno de los capítulos que ha sido extirpado en la película es donde Nick se reune con los "puffers" (literalmente, "echadores de humo"). Son las asociaciones de fumadores. Nick piensa que es buena política recibirlos al menos una vez al año. Esto supone un empujoncito a su moral y les da nuevos ánimos en su lucha por la "libertad del fumador". BR, sin embargo, dice que los "puffers" son "patéticos", una "panda de perdedores". Después el narrador se explaya un poco sobre estos grupos que, aunque aparentemente han surgido espontaneamente por todo el país, no tienen nada de espontáneo. En realidad, son creación de "El Capitán", pura tapadera, hechos a imagen y semejanza de las organizaciones estudiantiles de los años cincuenta, que estaban financiadas con fondos de la CIA. "Y qué, si eran marionetas", continúa el narrador, "ellos no lo sabían."Nick acude al auditorio donde los grupos de fumadores lo reciben con entusiasmo. El aire está cargado, como no, de humo. Como Nick tiene intolerancia al tabaco después del atentado con parches de nicotina, comienza a marearse. Al poco de comenzar su discurso, "lo asaltó un espasmo de tos con la fuerza de un huracán que lo dejó con estrellas en los ojos y su corazón al borde de la tarquicardia paroxísmica".Nick se apresura para terminar cuanto antes y salir de allí. Entre pitidos de sus bronquios, y toses, consigue acortar su discurso. Todavía lo retienen algunos fumadores, que tienden a un Nick mareado paquetes de cigarrillos, para que se los firme con un autógrafo.Cuando comienza la historia, se nos deja claro que el público sabe quien es Nick Naylor, a qué industria representa y las muertes que ésta ocasiona con su producto. Aunque se le invita a programas de radio y televisión, Nick no lo tiene fácil; los periodistas le hacen preguntas comprometidas, y el público lo desprecia. Es inevitable comparar la ficción, que se desarrolla en Estados Unidos, con la situación real, acá, en España. En nuestro país, la industria del tabaco ha aprendido y se ha vuelto más sutil. Nosotros no tenemos una "Academia de Estudios del Tabaco". El hombre equivalente a Nick Naylor no trabaja, en apariencia, para la industria, sino para un club de fumadores. Nadie lo odia, porque él y su asociación se recubren con una toga de retórica y de defensa de la libertad. El público pica del cebo. Los periodistas lo adoran. Lo invitan siempre y le hacen prácticamente la pelota. Por descontado, dan amplia publicidad a su grupo y, por extensión, a la industria del tabaco y a sus puntos de vista y sus intereses. En la novela y en Estados Unidos, Nick lo tiene muy difícil para ejercer su papel, que consiste en engañar a la gente. En el mundo de lo real, y aquí en España, las cosas son muy diferentes.Queda todavía un largo camino para que haya un cambio de actitud, de pensamiento.
Lean la novela. Es muy buena.




Escrito por Smufo para su blog Menos Humos

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